Es reincidente que quien o quienes se afanaron en la división intenten ahora convencer que ella no debe llevar a la confrontación. Son aquellos que en un momento como este, bajo la grandilocuencia y la búsqueda de las cámaras se prodigan en el escenario en la proclamación de términos, como la convivencia, en los que práctica y realmente nunca ni creyeron ni por los que abogaron.
Son tiempos en los que causas que pueden ser legítimas son devoradas por el fanatismo y el terrorismo. Ajenos a las consecuencias tangibles, directas, de los graves conflictos que así ensombrecen al mundo, aunque bajo el sometimiento de las emociones, la inmensa mayoría observa, opina, se decanta desde la ‘zona de confort’ y aprovecha para revitalizar las disputas y diferencias que por otros motivos subyacen y arrasan el equilibrio elevándose desde el patio propio para aparcar al contrario.
Desde esa zona de cada cual, sólo testigo por la contemporaneidad de lo que sucede, la verdad es la que suele ‘interesar’, no la que abunda en la certeza. La información es un arma sofisticada que a menudo no tiene un interés más allá de la realidad haciendo de ella su víctima.
Demasiados púlpitos que esconden otras ansias, otras causas; excesiva falsa excelencia que emite ficticias arengas por su propia condición, simplemente, de coyunturales y oportunistas. Demasiada soberbia destilando verdades absolutas que al ir acompañada de la vanidad, se convierte en un dictado para el aplauso de los siempre dispuestos a jalear.
Un horror sacude a otro horror. Se suceden como algo inevitable y que sirven para los proclives a justificar el inicio cruento para la memoria de las cuitas que aún perduran y dejaron heridas sin curar y, por ello, cicatrices abiertas. Sobra ruido y falta empatía, sincera y activa. El silencio no significa inmovilidad, no quiere decir no actuar.
En algún lugar sagrado está escrito “que todo orgullo perece, que toda gloria se pudre, que toda nieve se funde y todo dolor pasa aunque cueste; que el desgarro que nos ahoga no siempre el grito lo libera. Que a veces el silencio es la justa prenda de la memoria y que el silencio no es olvido”.
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