La Salle-El Carmen recoge la Medalla de Oro por sus cien años de trabajo en Melilla.
El hermano Jesús Miguel Zamora Martín, visitador de La Salle para España y Portugal, fue el encargado de recoger de las manos del presidente de la ciudad, Juan José Imbroda, la máxima distinción que ofrece Melilla, la Medalla de Oro. En el discurso que ofreció este hermano lasaliano se dio las gracias a la ciudad por este homenaje, que hizo extensivo a “no sólo a todos los hermanos que durante cien años han dado lo mejor de sí por la educación de los melillenses, sino también a los cientos de educadores seglares, hombres y mujeres, que tanto hoy como ayer consagraron su vida a la educación de las cien primeras promociones de alumnos melillenses”.
De esta forma, el colegio La Salle-El Carmen recibió ayer este homenaje por la celebración de su centenario de estancia en la ciudad, ya que los hermanos llegaron a Melilla en 1912, haciendo frente a una carencia de escuelas que sufría la población que vivía en esta localidad.
El hermano Zamora comentó que no ha tenido la dicha de vivir en Melilla, pero que sabe por aquéllos que sí han disfrutado de una estancia en la ciudad, de que guardan un recuerdo agradecido por “la bondad y la hospitalidad de sus ciudadanos y por haber podido palpar el alma noble, generosa y acogedora de este gran pueblo”.
Un compromiso serio
Este representante de los componentes del colectivo La Salle aseguró que esta entidad tiene un compromiso serio con la educación humana y cristiana y con el desarrollo cultural de las gentes de esta ciudad, y como muestra de este interés están estos primeros cien años de trabajo.
El hermano Zamora comentó que en estos tiempos no resultaba fácil asegurar y prometer la presencia de esta comunidad de religiosos otros cien años más en Melilla, pero que “si los educadores que hoy están en el colegio siguen la estela de los que les precedieron, estamos seguros de que seguirá habiendo una comunidad educativa lasaliana en esta tierra”.
Un agradecimiento
“Gracias por habernos dejado educar a sus hijos e hijas. Hoy más que nunca la escuela cristiana sigue siendo de gran necesidad”, destacó.
En este sentido, aseguró que la Medalla de Oro de la Ciudad les anima a seguir trabajando en una escuela donde “los valores evangélicos, profundamente humanos y fraternos, no sólo se enseñen, sino que se vivan”.
“Muchas gracias en nombre de toda la familia de La Salle y que, junto, sigamos construyendo un futuro más humano y más habitable, donde todos seamos protagonistas de esta historia común”, finalizó el hermano Zamora.
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