Como cada año, el 24 de octubre se conmemora el Día Internacional contra el Cambio Climático, y tiene gran repercusión y difusión en el mundo, siendo una iniciativa apoyada por la Organización de las Naciones Unidas para generar acciones que contrarresten este fenómeno.
Que el planeta está sufriendo un calentamiento acelerado es algo en lo que muchos estudios científicos y expertos medioambientales coinciden y lo ejemplifican, entre otras muchas pruebas, con el aumento de las temperaturas es un claro reflejo de este suceso.
La ONU define el cambio climático precisamente así, como una variación a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos, que puede producirse de forma natural o provocada por el ser humano.
La quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas es una de los máximos responsables de este suceso, que viene produciéndose desde el siglo XIX y continúa con fuerza actualmente. Esto provoca emisiones de gases de efecto invernadero, que retienen el calor del sol y generan un aumento de las temperaturas, que, a su vez, desencadena en otros desastres como escasez de agua, incendios, tormentas o inundaciones catastróficas.
A nivel mundial, desde 1990 las emisiones a nivel mundial de dióxido de carbono aumentaron en un 50% según la ONU. Precisamente, los ecologistas locales ponían de relieve la contaminación que produce el humo proveniente de la planta de Endesa, ubicada en pleno centro urbano, y abogaban por reconvertir los motores y apostar por energías renovables para combatir estos efectos.
En nuestro país, el Consejo de Ministros ya aprobó en 2020 el acuerdo de Declaración ante la Emergencia Climática y Ambiental, gracias al cual se han aprobado normas, estrategias y planes que han liderado el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Todas las acciones se dirigen a combatir el cambio climático y sus efectos.
Que las temperaturas que la ciudad viene teniendo durante este mes de octubre no han pasado desapercibidas para muchos melillenses, que consideran que lo que han registrado los termómetros este verano y el comienzo del otoño no son normales.
Aunque estos días el tiempo parece haber refrescado y las temperaturas han descendido levemente, hasta hace muy poco la estampa habitual en las calles de Melilla seguía siendo la de gente paseando con pantalones y camisetas cortos, vestidos o tirantas.
También seguían llenándose las playas, puesto que el tiempo invitaba a salir de casa, tomar el sol y darse un chapuzón para refrescarse. En los Pinos se vivía la misma tónica: personas que aprovechan un inusual buen tiempo en octubre para realizar actividades al aire libre.
Y, pese a estas temperaturas y la fuerza con la que irradiaba el sol, los comercios y supermercados de la ciudad se han llenado de no solo los típicos dulces de Halloween, sino de turrones, bombones y huesos de santo. El calor tampoco ha frenado que, por la tarde, las calles del centro comiencen a llenarse del característico aroma a castañas y el humo que proviene de los puestos.
“No es normal. Estamos ya en otoño, pero parece que estamos en junio”, denunciaba Carmelo, un ciudadano que comparaba las altas temperaturas de las primeras semanas de octubre con las de otros años. Aunque en Melilla no suele hacer tanto frío como en otras regiones de España, él recuerda que otros años en este mes ya era habitual que la gente llevase una rebeca o una chaqueta “fina”.
Pero eso, dice, hace tiempo que no pasa. “Se están alargando los veranos y parece que nadie se da cuenta. Estamos en octubre y la gente sigue en la playa, va con pantalones cortos… Yo salgo a la calle y el sol quema, no es como antes”, manifiesta.
En ello coincide Karima, otra joven melillense muy concienciada con el cambio climático y hacía un llamamiento para que la gente de la ciudad se concienciase de lo que esto supondría en Melilla y en el resto del mundo. “Estamos en África. Si las temperaturas siguen subiendo, no tardaremos mucho en ser nosotros los que estemos migrando por culpa del clima. Será imposible vivir así”.
Ella afirma que los estragos del cambio climático ya comienzan a verse por todo el mundo y que no hace falta más que pararse y prestar atención para darse cuenta de algunos indicios de que algo no va bien. Considera que es muy importante reciclar, ahorrar energía y cuidar de los espacios naturales, especialmente de los árboles. “Nos dan sombra y refrescan el ambiente, algo fundamental con las temperaturas que estamos teniendo”, señala.
No obstante, también hay algunos ciudadanos que cuestionan el cambio climático, aunque sí son proactivos a cuidar del medioambiente. Fernando, otro ciudadano, cree que los termómetros suben y bajan inusualmente desde hace décadas. Él recuerda otros años, cuando era más joven, en los que octubre y septiembre eran más cálidos de lo habitual, o épocas de sequía. “Siempre salta la voz de alarma y la gente se lleva las manos a la cabeza, pero al final todo pasa”, decía despreocupado.
Pero sí que abogaba por cuidar el medioambiente porque “solo tenemos una tierra, esta, es lo único que tenemos y es nuestro deber cuidarla”. Y al igual que Karima, echa en falta más árboles y zonas verdes en la ciudad, y denunciaba el “despropósito” que estaba sucediendo en Aguadú, una de las zonas “más bonita” de Melilla.
Alertando del peligro del cambio climático, la propia ONU avisaba en un informe de que la temperatura media anual cercana a la superficie entre 2023 y 2027 supere en más de 1,5 grados los niveles preindustriales durante al menos un año.
También informaba de que el calentamiento del Ártico es desproporcionadamente alto en comparación con la media de 1991-2020 y que la temperatura media mundial el año pasado fue 1,15 grados superior a la media del periodo de 1850-1900.
El Acuerdo de París establece objetivos a largo plazo para guiar a todas las naciones a reducir sustancialmente las emisiones globales de gases de efecto invernadero con el fin de limitar el aumento de la temperatura global en este siglo a 2 °C, mientras se persiguen esfuerzos para limitar el aumento aún más a 1,5 °C, y así evitar o reducir los impactos adversos y los daños relacionados al calentamiento global.
El ciudadano de a pie, desde casa, también puede contribuir a frenar el cambio climático, aunque sea a una escala pequeña, para evitar que este fenómeno vaya a más. Una de las filosofías con las que se puede contribuir desde casa es la de reducir, reutilizar y reciclar recursos.
También reducir las emisiones de dióxido de carbono con hábitos saludables con el medio ambiente, como la reducción de vehículos a motor y fomentando el uso de la bicicleta o el transporte público.
El aumento de las temperaturas va acompañado de las sequías que comienzan a sufrir algunos territorios debido a la escasez de lluvias en algunos territorios. Por eso, es importante no derrochar agua ni electricidad y apostar por electrodomésticos eficientes para ahorrar energía y desenchufar los aparatos electrónicos cuando no se estén usando.
La del plástico es otra de las grandes luchas que llevan a cabo los ecologistas para cuidar del medio ambiente y por eso es reiteran la necesidad de evitar los envases de plástico en favor de otros, como el cartón, ya que el plástico contamina los mares y el entorno, además de favorecer el cambio climático.
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