Opinión

¿Y si vuelve Imbroda?

Hace unos días el presidente del PP de Melilla, Juan José Imbroda, reconocía que el cese del ex consejero socialista Mohamed Mohand había asestado una patada al tablero político en la ciudad. Sin embargo, pasan los días y las aguas parecen haber vuelto a su cauce. Vivimos una aparente calma chicha pese a que sabemos que en la bancada popular hay ganas de recuperar el Gobierno antes de que llegue el final de la legislatura.

El Ejecutivo de Melilla sufre el desgaste político por la mala gestión de la pandemia y la crisis económica que sacude la ciudad. No vivimos en condiciones normales. La frontera está cerrada y aquí ningún miembro del Gobierno pide públicamente al Ministerio del Exteriores que se esfuerce un poco más en convencer a Marruecos de que abra cuanto antes el tráfico fronterizo con nuestra ciudad.

Marruecos no abrirá sólo porque lo pida el Gobierno de Melilla, pero pedido estará. El que no llora, no mama. No puede ser que en Melilla todo el mundo hable de eso menos nuestros representantes políticos, que miran para otra parte y admiten en corrillos que las cosas de Palacio van despacio.

Oiga, no puede entenderse como una desleatad con el Gobierno de España que usted se muestre favorable a la reapertura de la frontera o a la línea con Argelia. Lo necesitan nuestras empresas y nuestras familias. ¿Qué hay de malo en querer lo mejor para Melilla?

Volviendo a la calma chicha del tablero político local, hay que tener en cuenta que los más de 40 millones de euros que nos corresponden de los fondos europeos son un motivo goloso para liarse la manta a la cabeza y buscar un pacto cueste lo que cueste.

Hay empresarios que temen que Melilla no esté preparada para gestionar tanto dinero y hay que ponerse las pilas. Europa da muchas ayudas, pero los corporaciones pequeñas no tienen capacidad para solicitarlas y al final, el dinero se queda muerto de la risa sin llegar a quienes lo necesitan. No podemos permitirnos que esto nos ocurra en la ciudad.

Hay que anticiparse y reforzar la plantilla de los departamentos que tienen que gestionar el dinero de Europa. Hay que contratar personal con el perfil adecuado para darle salida a los fondos europeos cuanto antes. Es la prueba de fuego del Gobierno bipartito de Melilla. Si aciertan en esto, lo notarán en las urnas.

Con la calculadora en la mano, PP sumaría tranquilamente con CpM o con los tres diputados seguros que tiene PSOE, pero todos sabemos que más de un popular ha criticado en público a Coalición por Melilla. Un acuerdo con los de Mustafa Aberchán no hay manera de venderlo en estos momentos al electorado popular a falta de año y medio para las municipales y con Vox al acecho, sin prisas, pero sin pausas.

Con el PSOE, hasta donde sabemos, se intentó el acuerdo y finalmente los de Gloria Rojas, representados por Fidel Moga, renunciaron a gobernar con más estabilidad, pero a riesgo de colgarse el sambenito de devolver el poder a Imbroda. Nadie quiere asumir ese coste político.

Le quedan al PP los votos de los diputados Eduardo de Castro, Mohamed Mohand, Jesús Delgado Aboy y el de Vox, que este viernes le ha dado un consejo envenenado a los de Imbroda. José Miguel Tasende le ha recomendado a los populares que "se centren y no cometan errores". Entiendo que va con segundas lo de centrarse.

Más literal era la alusión de Tasende a las causas penales que arrastra el partido de Imbroda, leáse Caso Lezo y el caso Voto por Correo a cambio de vales de comida, que volverá a llevar a Hassan Dris, ex alto cargo del Gobierno del PP de Melilla, a los juzgados este 22 de noviembre.

Imbroda lo tiene difícil para sumar, pero nada imposible. Más difícil parecía formar gobierno con PPL en 2015 y luego no hubo una sola salida de tono en toda la legislatura.

El problema lo tiene el presidente del PP en su partido. El ex consejero Antonio Miranda ha dicho en voz alta lo que todos comentan en 'petit comité', que debe apartarse, formar a alguien joven y colaborar con la renovación del partido. El problema es que, como admite Miranda, ese relevo no existe; el jefe no quiere colgar los guantes y el mensaje que se envía a la ciudadanía es ¿y si vuelve Imbroda?

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