Ayer todos los principales partidos que se presentan a las elecciones en nuestra ciudad hicieron un llamamiento a la participación de los melillenses en los comicios nacionales de mañana domingo. La democracia exige de la implicación de los ciudadanos y aunque vivamos tiempos de crisis para el actual sistema de representación electoral que sirve de base al pacto social vigente en España, nada adelantaremos en momentos de crisis tan agudos como los que vivimos poniendo en un brete, con una abstención muy alta o masiva, la validez del propio sistema democrático.
De la democracia se dice que no es perfecta pero también que es el menos malo de los sistemas.
En el marco además de un Estado de Derecho como el nuestro, en el que impera el peso de la ley, la democracia ofrece un amplio margen para la protesta y la participación política sin que la tesitura de quedarse al margen de los procesos democráticos, caso de unas elecciones, sea la única forma de poner de manifiesto el descontento con la clase política y la partitocracia que rige en España y la mayoría de los países occidentales.
Aunque sea con un voto en blanco, cualquier opción es siempre preferible a una abstención que igualmente puede ser 'activa' o consciente, como la que pide CpM, o por el contrario pasiva y por tanto reflejo de actitudes de indiferencia o resignación ante la situación política actual.
Como dice la popular frase, “podremos pasar de la política, pero la política nunca pasará de nosotros”. Mantenerse al margen no es solución nunca y en ningún caso. Más vale un voto en blanco, que claramente se identifique con una protesta contra las fuerzas políticas y su forma de actuar, que una abstención de cualquier tipo, signo por igual de indolencia que de una supuesta protesta.
Los cepemistas, en una demostración más de su difícil ubicación como partido localista de sesgo identitario, han llamado a la abstención activa a sus militantes y simpatizantes, es decir, a los 7.394 que les votaron en las elecciones de mayo pasado. Lo han hecho con un razonamiento contradictorio que les lleva a protestar tanto con la forma en que el PSOE ha gobernado este país como con la que pueda ejercer el futuro Gobierno resultante del 20N, con independencia de su color político.
Su conclusión de abierta censura respecto de los que hasta hace muy poco fueron sus socios electorales, y de prevención añadida contra aquellos a los que se han opuesto abierta y frontalmente durante los últimos años, no se ha sometido sin embargo a ningún argumento explícito en lo que se refiere al Partido Popular.
De hecho, la carta del presidente de CpM a sus militantes y simpatizantes lo que expone es un razonamiento extenso del porqué no se debe votar al PSOE, para concluir sin mayor explicación con una censura general no sólo del Gobierno saliente de Rodríguez Zapatero, sino del Gobierno entrante, sea cual sea el partido que finalmente lo forme.
Resulta evidente que los cepemistas han dejado cojo su análisis de futuro para justificar de algún modo que su verdadera motivación son sus ganas de tomarse la revancha por la frustración que les ha provocado el Partido Socialista. No olvidemos que gracias a CpM y otras circunstancias sometidas a investigación judicial, en 2008 la coalición de CpM y PSOE logró acortar de forma excepcional las diferencias con la candidatura victoriosa del PP, en lo que, lejos de ser un punto de inflexión en la tendencia electoral de los melillenses, se reveló como el resultado de una alianza coyuntural, a la postre muy mal avenida.
Ante ello, optar por la abstención a modo de recurso del pataleo contra unos socios que incumplieron el compromiso con los cepemistas y prefirieron dejar en la cuneta a CpM, no es otra cosa que una prueba de la falta de ubicación, como digo, de un partido localista con sesgo identitario que, al final, se ve limitado en la consecución de sus metas si no cuenta con el apoyo o respaldo de un partido nacional.
CpM navegó junto a IU, se alió con el PSOE y no acaba de hacer de sus siglas una referencia general para el conjunto de los melillenses. Prefiere hacer bandera de la religión por encima de otros factores comunes a toda la ciudadanía de Melilla y sigue dando bandazos sin encontrar su propio norte. En ese contexto, su petición de abstención es más una prueba de la errática estrategia que no les ha permitido reeditar su éxito electoral del año 2003, cuando logró el mayor porcentaje de votos de su historia y también la mayor representación que hasta ahora ha ostentado en la Asamblea de la Ciudad.
Si CpM quisiera ser consecuente con una estrategia de independencia, capaz de alcanzar pactos acordes a su ideario, sin reparar en el color del partido con que tuviera que suscribirlos sino tan sólo en su validez para sus objetivos, los cepemistas no se habrían pronunciado a favor de la abstención sino de la libertad de voto.
Las elecciones de mañana son cruciales para el conjunto de España y, en ese conjunto, lo son igualmente para Melilla. Votar es nuestra obligación como ciudadanos, podremos hacerlo en blanco, pero no debemos dejar de acudir a las urnas, porque la pasividad es la mejor forma de seguir perpetuando todo aquello de la política que nos perjudica o nos disgusta.
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