La crisis de la pandemia ha traído desde luego un cambio importante para la actividad diaria de los distintos gobiernos, no importa si es el nacional, los autonómicos o los locales y, por supuesto, no iba a ser nada diferente para el Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Melilla. La vida nos ha cambiado a todos, por lo tanto, también para quienes nos dirigen y que han sido elegidos por los ciudadanos.
Esta legislatura, por supuesto, será recordada por la legislatura del COVID 19. Porque no habrá otro asunto más importante y que tenga tantas consecuencias como el que nos ocupa desde hace casi un año. Y como marchan las cosas, por supuesto, los agoreros son los que van a tener razón y todavía el 2021 no será el del punto y final de la pandemia. En primer lugar, porque la vacunación va de mal en peor, pero la culpa no la tienen en nuestro país, sino porque las farmacéuticas están haciendo negocio y no están sirviendo los viales a los que se habían comprometido con la Unión Europea. Si la UE no las recibe, tampoco España y desde luego, ni las autonomías y entre ellas entra nuestra ciudad. Y la segunda razón por la que no pondremos punto y final a la pandemia en este ejercicio es porque las consecuencias económicas que se vienen observando desde que comenzó el confinamiento sigue dando pasos de gigante. Son más de seiscientos mil los puestos de trabajo que se han destruido en España durante 2020. Y todavía hay muchos trabajadores en ERTE y cuando se ponga punto y final a esta fórmula que ralentiza el número de desempleados el incremento será brutal.
Por tanto, ese imagen tan feliz que teníamos muchos de que deseábamos brindar por la marcha de 2020 ahora lo hemos transformado en que se vaya el 2021, pero resulta que quedan aún muchos meses porque todavía no ha finalizado ni el primes mes, el de enero. Esas consecuencias económicas todavía durarán mucho tiempo, como mínimo, hasta el final de la presente legislatura. Porque en todas las crisis económicas pasa igual: la destrucción se produce de manera inmediata, pero luego la recuperación necesita de muchos meses, por no decir muchos años.
Por esta razón, no queda más remedio que realizar un llamamiento a todas las fuerzas políticas. Los ciudadanos tienen muchos problemas encima de sus cabezas para que los políticos continúen peleándose sin ningún tipo de escrúpulos. En el último artículo hablaba de la necesidad de la ética entre la clase política. Pues bien, aparte de esa obligación de la ética no tiene más remedio que añadir, al menos en estos momentos, el de la cordura. El dejar de lado las disputas porque todavía quedan dos años y medio para enfrentarse nuevamente a las urnas y poner cada uno su esfuerzo para remar todos en la misma dirección.
Ahora mismo existe un gobierno en la ciudad que a unos les gustará más y a otros menos. Pero es el que hay y que cuenta con el respaldo de la mayoría absoluta de los integrantes del pleno. Un gobierno formalizado por tres de los cinco partidos que conforman el arco parlamentario y aparte nos encontramos también con el diputado no adscrito. Pues bien, esta responsabilidad de remar todos en la misma dirección no es solamente un mensaje para la oposición sino también para el gobierno.
Cuando dentro de dos años y medio los melillenses acudan nuevamente a las urnas nos encontraremos no perdonarán, con todos los problemas que aún llevarán o que han pasado, desde luego, a quien no haya arrimado el hombro. Estoy seguro que para entonces se pensará para depositar el voto en la urna no solamente la ideología sino también lo que cada uno hizo o no hizo.
El gobierno está en la obligación de acercarse a la oposición porque no por tener la responsabilidad de la gestión se tiene siempre la razón y en el caso de la oposición, pensar que la crítica política es necesaria, pero las desgracias de familias, empresarios, autónomos y trabajadores tienen más importancia. Como todo en la vida: la voluntad es el principal arma para llegar a un acuerdo.
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