Las quejas de los agentes sobre el punto de vigilancia en el Museo Militar son anteriores a la existencia de la propia AUGC en Melilla.
Los problemas del punto de vigilancia en el Museo Militar se remontan a antes de 2008, cuando en Melilla aún no había delegados de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). El 16 de junio de ese año un agente presentó a título particular una instancia en la que solicitaba que se adecuara ese puesto o se cambiara su ubicación. Basaba su petición en la prevención de riesgos laborales.
Cuatro días más tarde llegó la respuesta del teniente coronel jefe de la Comandancia. Además de señalar que ese punto es clave para anticipar la llegada de inmigrantes ilegales por mar, le recordaba que el puesto de vigilancia se encontraba en un “inmueble ajeno al Cuerpo, ubicado en un enclave histórico protegido, circunstancia por la cual no se puede efectuar construcción alguna”.
También anunciaba al agente que estaba prevista la instalación de cámaras fijas de vigilancia en la costa para prevenir la inmigración clandestina, “lo que conllevará una reestructuración del servicio una vez se materialice su instalación, aunque no existe una fecha concreta para ello”.
El escrito fue recibido por el agente el 9 de junio de 2008. Por aquella fecha se empezaba a vislumbrar la magnitud de la crisis económica y desde entonces no se ha vuelto a saber nada del proyecto.
Continuaba con su escrito el teniente coronel jefe de la Comandancia señalando que “no obstante, por esta Jefatura se han realizado las gestiones oportunas para que el personal que realice el servicio lo efectúe de la forma más cómoda posible en función de la climatología”. Y le comunicaba que se había optado “como primera medida provisional el colocar un sistema que pueda en principio paliar las deficiencias más urgentes, como es en esta época estival la exposición al sol”. Lo que se materializó en la instalación de una sombrilla.
Inicialmente, los agentes que realizaban el servicio en ese “enclave histórico” sólo disponían de una silla, por lo que cada uno acudía al puesto de trabajo con su propia sombrilla para resguardarse del sol en verano. De este modo, un día el guardia civil de turno estaba bajo una sombrilla roja de Coca-Cola, otro día era verde de Sprite... con lo que el punto de vigilancia iba cambiando de color según las preferencias del agente y el gusto de los diseñadores de la marca comercial que regalaba la sombrilla.
Ante la mala imagen que ofrecía esta situación, la Comandancia decidió colocar una sombrilla playera de mimbre. Posteriormente, se instaló la actual garita de madera, de un metro cuadrado, aproximadamente, y “sin ningún acondicionamiento para paliar las condiciones meteorológicas existentes en la zona”, según relata la AUGC en el escrito que presentó el 13 de septiembre del año pasado. En ese documento los agentes explican que “la situación del lugar lo hace insoportable tanto en invierno, por la altitud, la humedad, lluvia, orientación al mar, etc. y en verano, por el sol y el reflejo de éste en el agua hace que se lleguen a alcanzar temperaturas muy altas (más de 40 grados)”. Y añade que el material con el que desarrollan “dicho servicio, cámara Sophie, cargador y lotes de baterías, hay que depositarlos en el aseo público que tiene el Museo tanto para proteger dicho material de las condiciones meteorológicas que puedan dañarlo como para cargar los lotes, ya que es el único punto con energía eléctrica”.
En su contestación de unos días después, el coronel jefe de la Comandancia no aporta ninguna solución. Sólo indica que se han dado directrices para que cada agente no permanezca durante más de dos horas consecutivas realizando ese servicio. Y sin más, resuelve archivar la solicitud de la AUGC, en la que también se planteaban otros problemas.
En su recurso ante el general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil los agentes le recordaban que ese servicio “podría ser prestado mediante otros procedimientos, tales como las instalación de cámaras térmicas y de visión nocturna que pueden ser controladas desde una estación de control”. Ese era precisamente el proyecto que, según indicaba más de dos años antes el teniente coronel jefe de la Comandancia de Melilla, estaba previsto llevar a cabo.
La respuesta que llegó desde la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Guardia Civil, además de comentar el “benigno” clima de la ciudad, no aportaba ninguna novedad sobre lo que ya había expuesto antes el teniente coronel jefe de la Comandancia.
La solición que propone la AUGC pasa por instalar unas garitas similares a la del punto de información colocado durante estas fechas navideñas en la plaza Menéndez Pelayo, idéntica a las casetas de los puestos del Mercado de Navidad. Precisamente, el viceconsejero de Festejo, Francisco Díaz, señalaba hace unos días que la Ciudad deberá buscarles una utilidad tras el Día de Reyes.
Cuidado con los prismáticos
El clima ‘benigno’ de Melilla al que se refiere la Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Guardia Civil afecta al material que utilizan los agentes. Recientemente la Comandancia de Melilla colocó un cartel en la puerta de la garita del Museo Militar dando indicaciones a los guardias para su cuidado. “Con motivo de los continuos desperfectos ocasionados en las fundas protectoras de los prismáticos Steiner (provocados éstos al estar expuestos bastante tiempo al sol) se ruega en la medida de lo posible no dejen los prismáticos a pleno sol ya que el calor podría deteriorar la lente y la funda protectora”. En el escrito no hay ninguna mención a medidas de seguridad y prevención para los agentes.
En la imagen superior, aspecto de la sombrilla de mimbre después de uno de los últimos temporales del viento que sufre Melilla a pesar del idílico clima que describe la DAO en su contestación a los agentes de la AUGC.
Patrimonio frente a seguridad
La AUGC reprochaba en su escrito al general jefe de la IV Zona de la Guardia Civil que los mandos se ampararan en la conservación del patrimonio histórico del entorno del Museo Militar y la importancia del servicio de vigilancia para descuidar la seguridad de los agentes. “Resulta altamente preocupante que, ante la situación que están viviendo los agentes de riesgo para su integridad física, quien debe velar por dicha seguridad dé una respuesta como la facilitada, en la que se establece la importancia del mencionado servicio por encima de la salud e integridad física de los agentes, y por encima de todo esto prevalece el enclave histórico protegido que condiciona construir para adecuarla a su entorno. Esto es, el servicio a prestar por el Gobierno español no es lo suficientemente importante como para realizar una construcción operativa en dicha zona, pero sí lo es para que los guardias civiles tengan que trabajar en unas condiciones tercermundistas y con riesgo para su integridad física”, criticaba la AUGC.
Igualmente, insistía en la necesidad de instalar cámaras de vigilancia. “Permítame significarle que no conozco a ningún funcionario de Tráfico que tenga que vigilar los tramos de autopista desde garitas en los puentes, sino que fueron instaladas numerosas cámaras que son gestionadas desde una estación. Esto demuestra que existen sistemas de control más eficaces y seguros para la prestación del servicio”, señala la Asociación Unificada de Guardias Civiles.