Un año más el Viernes Santo vuelve a ser distinto. Los melillenses no han podido seguir los pasos del Santo Entierro ni de la Virgen de la Soledad de Nuestra Señora por las calles del centro de la ciudad en silencio y penumbra. Pero muchos sí pudieron acudir al templo del Sagrado Corazón de Jesús donde yacía el cuerpo de Cristo fuera de la urna, y donde la virgen aguardaba con su rostro de tristeza maternal.
Algunos fieles melillenses que acudieron a la parroquia del Sagrado Corazón destacaron la tristeza y el dolor que suele vivirse en el Viernes Santo. A las puertas de la Iglesia encontramos a Pilar, que dijo mostrarse muy optimista con la llegada de la vacuna que hará que poco a poco todo vuelva a la normalidad, ya que aún la Semana de Pasión ha de celebrarse adaptándose a las circunstancias
En ese aspecto incidieron Paula y Carolina, dos cofrades del Nazareno, la Cofradía del Pueblo, describen esta jornada con mucho dolor ya que están acostumbrados a salir a procesional por las calles por lo que esperan que todo mejore pare poder salir escoltar a los titulares de su cofradía por las calles de Melilla.
Jesús, por su parte, destacó también esta jornada del Viernes Santo se vive este año "desde el encierro y la precaución". Este año a pesar de las circunstancias, también es especial para su familia ya que participa su hija, la cantante melillense María Mendoza. Su familia es devota de la Virgen de la Soledad, y María le dedica un 'Ave María'.
En la parroquia del Sagrado Corazón,, cumpliendo con las medidas de seguridad impuestas por la pandemia de la COVID-19, los fieles cristianos melillenses volvían a emocionarse en un Viernes Santo adaptado a las circunstancias. Tras la oración ante la cruz, daba comienzo la Estación de Penitencia de la Soledad de Nuestra Señora en el interior de la parroquia.
Instantes después de las letanías a la Virgen de la Soledad y el Misterio del Santo Rosario, María Mendoza dedicó un Ave María a la Virgen de la Soledad y al Cristo de La Paz. Un momento emotivo en el que la voz de la artista rompía el silencio habitual de esta jornada de Pasión en la que la madre de Cristo llora la muerte de su hijo.
Posteriormente, de escuchó en el templo el Salve Regina, himno con el que se dio por finalizado el acto de la Estación de Penitencia, que dio su fin cerca de las nueve y media de la noche.
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