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Vida y riesgos de los menas en Melilla

LA Policía Nacional ha informado sobre un inquietante proceder entre los menores extranjeros no acompañados (menas) que deambulan por nuestra ciudad. Algunos de ellos, objetivos de las estériles redadas de la Guardia Civil en Melilla La Vieja y el espigón del puerto, ha adoptado ahora la costumbre de pasar la noche en el interior de contenedores de papel y cartón para resguardarse así del frío. Uno de estos niños estuvo a punto de sufrir un grave accidente el pasado miércoles, cuando cayó desde uno de esos contenedores al camión donde se descarga y prensa el material reciclado. El destino quiso que la fortuna, como otras muchas veces, estuviera del lado de estos niños. Los trabajadores de la empresa de recogida actuaron con rapidez y consiguieron detener a tiempo el proceso de prensado. De nuevo el tambor del revolver de la ruleta rusa giró sin que hubiera que lamentar una tragedia. Sin embargo, la lógica, la estadística y las matemáticas auguran que esto no siempre será así. Algún día el ángel de la guarda de estos pequeños se despistará y tendrá lugar un drama. Será uno de los sucesos más graves que haya tenido de lugar en nuestra ciudad. Y será noticia por un doble motivo. En primer lugar, habrá que lamentar la pérdida de una vida humana, un hecho más triste aún cuando el fallecido es una persona de corta edad. Y por otra parte, deberá subrayarse que la tragedia podría haberse evitado porque habrá sido augurada desde hace tiempo sin que ningún responsable político haya sido capaz de poner con acierto manos a la obra para solucionar de una vez por todas el problema de los menas en Melilla. Es fácil prever que si se produce una de estas tragedias, todas las miradas se fijarán en la Consejería de Bienestar Social. Este departamento es el encargado de abordar el asunto con sus propios medios, con la colaboración de la Administración central y con el apoyo de los voluntarios de las distintas ONGs centradas la problemática de los menores extranjeros no acompañados.
Hoy la Policía busca la colaboración ciudadana para tratar de evitar que tenga lugar una tragedia. Sin embargo, quizá mañana esos mismos agentes sean también los que deban localizar al responsable de que haya pequeños que deambulan por nuestra ciudad sin ningún tipo de control, desamparados o ajenos a la protección que han de ofrecerles nuestras instituciones y a la vigilancia que éstas deben ejercer sobre ellos.
Entonces, si la desgracia se ceba sobre estos niños, es más que probable que la principal preocupación de quienes deberían hoy velar por su seguridad sea evitar la asunción de responsabilidades penales o políticas. Quizás eviten la condena de los jueces o esquiven los ataques de la oposición, pero no podrán evadir la sentencia más dura, esa misma que dictarán sus conciencias.

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