El vicerrector de la Universidad Internacional de Andalucía y catedrático del departamento de Organización de Empresas, Víctor García Morales, impartió este miércoles en el Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la UGR del Campus de Melilla, una conferencia titulada “Era Digital Resiliente: Competencias Estratégicas”, en la que abordó la necesidad de que las empresas inviertan en conocimiento y sepan gestionarlo.
García explicó que la inteligencia emocional – compuesta por la capacidad de conocerse a sí mismo y la de ponerse en el lugar de los demás – no ha sido considerada hasta finales de los noventa y que las empresas deben buscar el equilibrio entre personas que tengan potenciada la parte derecha del cerebro, la analítica, y otras que tengan desarrollada la izquierdo, la creativa.
Además, argumentó que tener una actitud positiva frente a la vida y al trabajo nos ayudará a ser felices, pues está comprobado que lo que pensamos determina nuestras acciones.
Debido al Covid, hasta mayo de 2022 la mayoría de empresas, según datos de la Seguridad Social, no recuperaron los niveles anteriores a la pandemia. Los sectores de la informática, las telecomunicaciones, la educación y el de las actividades científicas y técnicas son los únicos que han crecido. Sin embargo, el hostelero, turístico y financiero han disminuido su productividad.
Para dar soluciones a este impacto y conocer por qué algunas empresas respondieron mejor al impacto de la pandemia, un grupo de diez profesionales de la UGR realizaron un estudio en el que preguntaron a más de 300 empresas sobre las competencias que más valoraban en sus trabajadores.
Los resultados del estudio fueron que las empresas que contaban con competencias digitales tuvieron mucho más fácil recuperarse del impacto de la pandemia que las que tuvieron que generarlas.
“Nos dimos cuenta que las capacidades estratégicas que más valoraban las empresas más exitosas eran las del aprendizaje, las de las competencias digitales y las de la investigación e innovación”.
García dio un repaso histórico por las cuatro revoluciones industriales para explicar cuáles han sido las principales fuentes productivas desde hace siglos y cómo han evolucionado éstas. Al principio era la tierra, en la época feudal, y luego pasó a ser el capital, más tarde el trabajo y en la actualidad es el conocimiento.
“Con el paso del tiempo la información ha pasado a segundo plano y ahora son las empresas las que tienen que gestionar el conocimiento para convertirlo y desarrollar diferentes competencias que le permitan obtener una ventaja competitiva sostenible”, señaló.
También comentó que el conocimiento no puede verse como un gasto, sino más bien como una inversión, y que quien no aspire a conocer en la época en la que vivimos las “competencias estratégicas y digitales” que la sociedad nos ofrece, será un analfabeto.
García expuso como ejemplo la historia del patrón de la Facultad de Ciencias Sociales del Campus de Melilla, para el que se sirvió de palabras a priori al azar que progresivamente fue contextualizándolas con la vida y obra de San Martín de Tours, con el objetivo de demostrar que una información inconexa no es tan útil como contar con datos bien organizados.
Entre otros ejemplos de buena gestión del conocimiento que el vicerrector citó destacaron los de empresas como Nike, Microsoft o British Petroleum que, según él, son plenamente conscientes a la hora de crear aplicaciones con las que obtener más información sobre sus clientes y gracias a ello han conseguido ser resilientes incluso en momentos como el de la pandemia.
“Tenemos que socializar y externalizar el conocimiento, porque de nada sirve que en una empresa sea uno quien alberga todas las competencias”, dijo García.
Hasta finales de los años noventa, las empresas no apostaban por la inteligencia emocional. Solo atendían al coeficiente intelectual, pero poco a poco se dieron cuenta de que quienes utilizan la parte subconsciente del cerebro y el hemisferio creativo son igual de importantes o más para el progreso de cualquier organización.
Asimismo, añadió que es vital saber controlar las emociones, pues según estudios “el 95% de los asesinos en serie estadounidenses son superdotados”.
“Nuestros pensamientos controlan la parte consciente del cerebro y determinan las acciones que desarrollamos”, o lo que es lo mismo, nuestra actitud ante la vida será más positiva si nuestras creencias son positivas. El vicerrector explicó que esta es una de las claves para ser feliz.
Existen otros muchos tipos de inteligencia, como la musical o la cinestésica corporal, según el profesor, quien asegura que hay personas que pueden escuchar un sonido y replicarlo y otras incapaces, al igual que hay aptitudes, como las de los atletas o cirujanos, basadas en controlar en un espacio sumamente reducido muchos movimientos.
La capacidad intrapersonal, la de conocerse a uno mismo, había sido olvidada, a pesar de haber sido central en la antigua Grecia y en la filosofía de autores como Sócrates.
Sobre la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, la interpersonal, el profesor explica que el ser humano “tiene una capacidad de escuchar cien veces más potente que la de hablar”, sin embargo, no siempre la utilizamos.
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