Prefiere mantener su anonimato. Dice que la sociedad a veces puede ser cruel con un adicto o ex adicto. Este melillense ha estado quince años dominado por una sustancia. La clave de su recuperación ha sido el apoyo profesional y familiar. Gracias a ellos ha podido mirar en el fondo de sí mismo para reencontrarse. Tuvo una época de sombras, pero quiere mandar un mensaje de luz. Hoy oficialmente es declarado reinsertado.
–Hoy se gradúa.
–Gracias. Tras la graduación seré una persona apta porque el problema de la adicción ya ha desaparecido gracias al programa de Proyecto Hombre.
–¿Cómo ha sido cada fase?
–Hice parte del programa fuera, en Ronda, en un piso de acogida de Proyecto Hombre. Luego fui a Algarrobo, allí trabajé la parte sentimental. La fase de reinserción la hice aquí, en Melilla. Actué como monitor con los chavales que estaban en la fase de acogida. Más tarde, en la segunda fase, empecé a reinsertarme poco a poco: trabajar y hacer vida social. Luego, en la última fase trabajé en el proyecto de vida que me he marcado.
–¿Cómo es ese proyecto?
Quiero trabajar. Me he sacado seis títulos, entre ellos el de celador sanitario o el de prevención de riesgos laborales.
–Más allá de que hoy se haga oficial, ¿en qué nota que se ha curado?
–Durante la adicción entré en una depresión tal que llegó un momento en el que tenía ganas de morir, no le veía sentido a nada. Hoy vuelvo a ver mis valores
–¿Los perdió? ¿O solo los olvidó?
–Los tenía escondidos bajo la sombra de mi adicción. Proyecto Hombre me ayudó abrir los ojos, con trabajo conseguimos apartar esas sombras de manera que yo mismo pude darme cuenta de mi valía.
–¿Las adicciones tapan nuestros valores humanos?
–Sin duda. Siguen existiendo, aunque escondidos. Pero es posible rescatarlos de las sombras que provoca la adicción, entonces se despeja el horizonte, puedes ver más allá y te das cuenta de que la vida es bellísima. En ese momento te dices que te quieres, que quieres a los demás, te enorgulleces y te das cuenta de que estás recuperado. Te sientes curado cuando te das cuenta de que la vida es bonita y aún es posible disfrutarla, aunque hayas perdido mucho tiempo de ella por las adicciones.
–¿Cómo se perdonó usted el haber perdido tiempo en su vida?
–Porque he descargado la mochila de los aspectos oscuros con los que cargué durante años y me he quedado liberado. He aceptado lo que ha pasado: tuve un problema, estuve enfermo, me he recuperado y la vida continúa. Han de saberlo todos los que tiene adicciones.
–¿Cómo comenzó la suya?
–Fui adicto a una sustancia desde los 18 años, una época en la que uno se siente vulnerable. Empecé a juntarme con quien no debía y acabé cayendo. Llegó un momento en que la sustancia me atrapó. En ese momento dejé de controlar mi cabeza. He vivido quince años en un mundo de sombras.
–¿Cuál ha sido la sombra más profunda durante este tiempo?
–El momento en que la justicia me apartó de mis hijos. Ahora, con mi reinserción, espero que el juez me pueda devolver la vida con ellos.
–¿Ha sentido apoyo de la sociedad durante este tiempo?
–Hay personas que cuando se enteran de que eres adicto te dejan de lado, y eso es muy cruel. Somos enfermos y lo que necesitamos es cariño y no marginación.
–¿Usted confía ahora en sí mismo?
Sí, lo hago al 100%, pero porque he aprendido a quererme. Eso es lo más importante.
–¿Cómo aprende uno a quererse cuando está enfermo?
–Una persona empieza a quererse cuando percibe sus propios valores. Es entonces cuando te respetas a ti mismo, te dices yo soy yo, y no soy como se piensa la gente. En ese momento la confianza empieza a ser plena.
–Entonces, su enfermedad pertenece al pasado...
–Solo está ahí para contársela a la sociedad, para que sepan que hace falta apoyo para los adictos. Necesitamos cariño de la familia, de la sociedad, de uno mismo y políticas de reinserción. Yo quiero decir a todos lo que piensan que la luz no existe que se equivocan. La hay y es posible verla. Si yo la he visto, ellos también pueden.
–¿Qué ha sido lo más importante durante su fase de recuperación?
–La ayuda familiar. Es imposible salir solo de un tema adictivo. Hace falta apoyo y que alguien te cierre las puertas de una posible recaída. La persona que más ha sufrido ha sido mi madre, es una luchadora y no ha dejado de creer en mí un solo segundo. Ha dado todo por mi vida.
–¿Cómo le devuelve el agradecimiento?
–De la manera que más se merece: estando bien.