Editorial

Velocidad y esconder la cabeza bajo el ala

La Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha una nueva campaña específica de vigilancia y control de la velocidad, un factor clave de la siniestralidad vial. De este modo, la Policía Local debertenemos recienteuestran que el Cá colaborar para que se cumplan los límites establecidos en las diferentes vías melillenses, en su mayoría establecidos en 30 kilómetros por hora.

Hay datos que avalan la necesidad de que se vigile el cumplimiento de la velocidad máxima. Por ejemplo, el 30% de las muertes en carretera es provocado por ese motivo y tenemos reciente el caso del ciclista atropellado en la zona de Mariguari de la circunvalación.

Es muy importante que los conductores, sean del vehículo que sean, cumplan estrictamente las normas del tráfico; máxime si como, en este caso, hablamos de la protección para colectivos especialmente vulnerables, como son los ciclistas.

Melilla es una ciudad con una alta violencia vial: nos saltamos los ceda el paso, no hacemos caso a los pasos de peatones y la velocidad suele estar muy por encima del máximo establecido. Y lo peor es que tampoco se hace mucho para solucionar estos problemas.

El presidente de la Ciudad Autónoma, Eduardo de Castro, tiene las competencias de Seguridad Ciudadana pero, en la práctica, anda desaparecido. Todavía estamos esperando a que salga públicamente a lamentar el atropello del ciclista, que continúa en la UCI del Torrecárdenas almeriense para curar sus graves heridas, y comente qué medidas ha adoptado ese área de su Gobierno para dar tranquilidad y seguridad a los melillenses.

De Castro, al parecer, cree que la Seguridad Ciudadana es perseguir a los padres que llevan a sus hijos al colegio pero no preparar dispositivos especiales de vigilancia y cumplimiento de las normas de tráfico o pedir a los agentes locales que se empleen a fondo en sancionar a conductores que claramente demuestran que el Código de Circulación no va con ellos.

En Melilla se está estilando mucho últimamente eso de esconder la cabeza y no dar la cara ante situaciones que políticamente no suelen ser muy favorables. Podemos citar aquí el caso también de la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, que diez días después todavía sigue sin abrir a boca para pronunciarse sobre lo sucedido en la valla fronteriza el 24J.

Ambos deben saber que no van a tomar el pelo a los melillenses, que los ciudadanos tienen muy claro por qué no hay declaraciones públicas cuando no conviene y son puntos que se van anotando en el debe de los políticos cuando estos después piden su voto en las elecciones.

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