Los vecinos de La Cañada están a punto de perder otro importante servicio para su bienestar y el progreso del barrio. El último lanzamiento de piedras contra los autobuses de la concesionaria del servicio de transporte urbano ha colmado la paciencia de los responsables de la COA, que desde hace tiempo vienen advirtiendo del riesgo que supone este tipo de actos vandálicos. Hasta ahora sólo ha habido que lamentar daños materiales, pero en cualquier momento puede producirse una tragedia si resulta alcanzado el conductor y éste pierde el control del vehículo. Las advertencias y preocupación del presidente de la empresa, José Fuentes, son comprensibles para cualquier ciudadano con un mínimo de sentido común.
Ante esta situación y frente al riesgo de que continúen los lanzamientos de piedras, los responsables de la empresa han decidido acortar algunos trayectos por la barriada cuando cae el sol. No es una solución que sea beneficiosa para los vecinos ni para la empresa. Los primeros ven limitado un servicio que en muchos casos tienen la necesidad de utilizar a diario. Los segundos verán reducida su recaudación precisamente en un momento económico en el que todo ingreso es bien recibido. Sin embargo, a falta de la reunión que los responsables de la COA mantengan hoy con el consejero de Seguridad Ciudadana, es la única decisión sensata para garantizar la integridad física de los trabajadores de la empresa y de los viajeros.
Con todo ello, La Cañada, un barrio con suficientes problemas, ve incrementados éstos por la falta de civismo de algunos de sus vecinos. Falta sensatez entre los que lanzan piedras y valentía entre quienes pueden aportar pistas a la Policía sobre los autores de estos actos vandálicos y, sin embargo, callan.
El origen del perjuicio de muchos vuelve a estar en el sin sentido de unos pocos, como ocurrió en la agresión al cartero. Aún no ha sido posible poner rostro a los autores de esa acción. Sólo son conocidos los perjudicados: la totalidad de los vecinos de La Cañada.