Vecinos de la calle Álvaro de Bazán lamentan los “inconvenientes” que están causando a los propietarios e inquilinos la rehabilitación de los bloques 3 y 4. En concreto, en un escrito enviado a El Faro, se refieren a la “larga duración” que los trabajos están llevando en el bloque 3 y su interrupción en el bloque 4.
Además, los vecinos aseguran que, aunque reciben subvención por parte de la Ciudad Autónoma de Melilla, dichas rehabilitaciones son “muy costosas” para los propietarios.
Según han recordado, a finales de 2021 comenzó la rehabilitación del bloque 4, pero a los “pocos meses” se dejó de trabajar en ello, con lo que la fachada se quedó “picada”, con los ladrillos al descubierto y sin aire acondicionado ni tendederos. Aun así, hay varias fachadas que, según informan, “no se han tocado”, por lo que desconocen qué ocurrirá con la rehabilitación.
En cuanto al bloque 3, según explican, la rehabilitación comenzó en el verano de 2020 y el año pasado se retiraron aires acondicionados y tendederos que aún no han sido colocados.
Ello ha obligado a algunos vecinos del bloque 4 a colocar aires acondicionados nuevos ante las altas temperaturas de este verano, así como nuevos tendederos. Aquéllos que viven en el bloque 3, según lamentan, no han tenido tanta suerte, ya que no han podido tener aire acondicionado en todo el verano, lo que se ve agravado por el hecho de que, según cuentan, “al tener doble ventana, casi no entra aire”.
Los vecinos recuerdan que aún faltan por rehabilitar los bloques 2 y 5, aunque, según han escuchado, existe la opción de derribar, y no rehabilitar, el bloque primero de ellos, extremo este que no ha podido ser confirmado hasta el momento. Lo que sí se ha podido averiguar es que la Ciudad Autónoma ha aportado 675.000 euros para el bloque 3, 360.000 para el bloque 4 y 687.000 para el bloque 5, mientras que el precio que ha de pagar cada propietario es de 8.000 euros. De la misma forma, según parece, la tarea del Ejecutivo local concluye ahí y es a los propietarios a quien toca llevarlo todo a cabo.
Sin embargo, han reiterado los problemas que les está causando la rehabilitación, cuyas obras, en su opinión, son “excesivamente lentas”, sobre todo por tratarse de unos edificios que tienen casi 80 años de antigüedad.
El Faro se ha trasladado hasta el lugar y ha comprobado que, en efecto, hay algunos vecinos descontentos. Pese a todo, no ha resultado fácil hablar con ellos, pues, de los pocos que había, algunos argüían no hablar castellano y otros aseguraban que apenas llevaban unos meses, o que eran inquilinos y, por tanto, no era algo que les afectara directamente. Otros han manifestado que no tenían problema con las obras. Además, quienes han accedido a hablar han preferido ocultar sus nombres.
Uno de ellos, por ejemplo, ha afirmado que tanto el bloque 3 como el 4 llevan “mucho tiempo en obras”, tiempo que él cifrado en año y medio, aproximadamente. “Y aún les queda”, ha añadido. Y es que, aunque él no es propietario, también lo está “sufriendo”.
Para este ciudadano resulta, además, especialmente molesto porque él trabaja de noche y por la tarde es precisamente cuando el problema se acentúa, cuando hay más ruido. Lo que deduce, pese a todo, es que les queda poco tiempo ya, porque están poniendo cables, que él imagina que será “lo último”.
Respecto a los aires acondicionados que no hay en la fachada porque fueron retirados, a él no le afecta, ya que él no tiene aparato en casa. Además, asegura que en su hogar no hace excesivo calor. Sin embargo, imagina que habrá otros pisos, especialmente en los más bajos, donde sí lo sufran.
En el recorrido de los edificios, se observa que los tendederos, que también fueron retirados de la fachada, están, en algunos casos, en un rellano que, por otra parte, no es excesivamente grande, igual que los pisos no son muy amplios, según este inquilino.
Otro vecino asegura que “la obra va bastante lenta” y sospecha que algo tiene que ver en ello el hecho de que faltaran trabajadores a causa del cierre de la frontera. No sabe si se trata de algo habitual o, por el contrario, se ha tardado demasiado, ni los plazos que se establecieron al principio se están cumpliendo, porque asegura que a él no se le informó de nada.
Y, pese a todo, sí que sabe que estuvo “tres meses con olores, ratas y de todo” a causa de una avería que incluyó aguas fecales y que, mientras se arreglaba esa avería, la fachada no fue tocada.
Preguntado al respecto, el jefe de obras –ejecutada por la empresa Gercar Construcciones y Reformas-, Carlos Aragón, negó que eso fuera cierto, ya que “la obra no se ha parado en ningún momento”. Aragón reconoció el problema con las aguas fecales, pero lo atribuye a que el colector, según descubrió él, estaba “mal hecho”. Como prueba de ello, anotó, que antes de estar ellos allí ya acudían camiones a desatascar las aguas.
“Como nadie ha querido hacer nada, al final lo hemos hecho nosotros como constructora por la cara, sin ser culpa nuestra, porque me daba vergüenza tenerlo así. Lo hice yo personalmente con mis manos sin tener que hacerlo”, aseguró.
Respecto al resto de quejas de algunos de los vecinos, Aragón, quien reconoció que fueron contratados por la comunidad hace dos años, los conminó a acudir al presidente de la comunidad –a quién El Faro no pudo localizar-, a la propiedad facultativa o al administrador.
En cualquier caso, aseguró, “las cosas están llevando su cauce” y ya están terminando las azoteas y los cubretendederos, por lo que él calcula que, a mediados del próximo mes, ya estará acabada la obra, que está siendo ejecutada por nueve personas. Mientras tanto, por cierto, un par de tendederos permanecían este miércoles en los minúsculos rellanos.
Por último, en referencia al problema del aire acondicionado, aun reconociendo que es “un fastidio”, reiteró que están haciéndolo lo más rápido que pueden, y paradójicamente “con el calor que está haciendo”.
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