Editorial

Vamos tarde con las marquesinas

El consejero de Medio Ambiente, Hassan Mohatar, ha anunciado una inversión de 300.000 euros para cambiar las marquesinas de Melilla que, sinceramente debieron estar a punto desde hace más de veinte años.

Llegamos mucho después de que Barcelona (en 1998) y Murcia (en 2007) hayan instalado cada una un centenar de marquesinas diseñadas por Norman Foster. Las matemáticas no fallan: vamos con entre 24 y 15 años de retraso respecto a lo que se viene haciendo desde hace décadas en otras ciudades de España, lo mismo en grandes capitales que en provincias.

No sabemos qué diseño de marquesinas vamos a estrenar en Melilla ni cuántas se van a poner en la ciudad. El año pasado, Málaga modernizó 13 paradas con 64.000 euros, pero Granada instaló 23 marquesinas súper modernas que costaron más de 5 millones de euros.

En el mercado hay para todos los gustos y precios, pero todas informatizadas, capaces de informar al usuario sobre el tiempo de espera que le queda en la parada.

En nuestro caso, después de tanto esperar, es legítimo que aspiremos a tener en Melilla marquesinas a la altura de la belleza de nuestra ciudad. Pero lo cierto es que a nada que arreglen algo será mejor que las agujereadas que tenemos en estos momentos, en las que los pasajeros tienen que adivinar cuánto tardará en pasar la COA. Eso, desde luego, disuade a los melillenses de dejarse el coche en casa para usar el transporte público.

Deberíamos aprovechar que en estos momentos el precio de la gasolina bate récords y junto a la factura de la luz sacude la economía familiar, para promocionar el transporte público en Melilla. Para ello, qué mejor que instalar cuanto antes las nuevas marquesinas y enterrar para siempre las heredadas del Gobierno del Imbroda, que dan una apariencia tercermundista a nuestras paradas.

Hay que buscar mucho para encontrar en España marquesinas como las que aún tenemos en Melilla. Eso nos da la medida de la dejadez tan grande que ha habido al respecto en esta ciudad y de lo mucho que nos hemos resistido durante años a entrar en la era moderna, más verde y medioambientalmente más sostenible.

Ahora sólo falta que las marquesinas lleguen antes de las elecciones del año que viene, porque si este proyecto se queda sobre la mesa, no vamos a tener paradas ni baratas ni caras: seguiremos con las cutres que tenemos ahora.

En la recta final de la legislatura, empiezan a salir proyectos que debieron ponerse en marcha mucho antes. La pandemia no ha dejado mucho margen de maniobra a nuestros políticos, pero más vale tarde que nunca.

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