Opinión

Vamos tarde, pero aún estamos a tiempo

Muchos españoles están preparando las maletas para salir de viaje por nuestro país con el pasaporte COVID en mano y el dinero en la otra. Este lunes el Gobierno local dio luz verde a los bonos para turistas, pero las bases no se publicarán hasta dentro de unos días, cuando media España haya decidido ya el destino de sus vacaciones.

En mayo se habló de que los tradicionales bonos de viajes se transformarían en bonos turísticos con hasta un 50% de descuento en transporte o en el pack de desplazamiento y alojamiento. La idea es además de atractiva, generosa, pero las cosas no están muy claras a día de hoy. Y las medidas hay que anunciarlas, machacarlas y promocionarlas. Saltarse cualquiera de esos pasos las convierte, inmediatamente, en invisibles.

Vamos tarde en eso de la misma forma que se nos pegó el arroz para poner las playas a punto este año. Me da la sensación de que el Gobierno de Melilla sigue desbordado con el tema de la pandemia y en este caso no culpo al consejero Mohand sino al autor intelectual de la brillante idea de reunir en una sola cartera las competencias de Sanidad, Servicios Sociales y Turismo.

En condiciones normales, lo único que tienen en común Sanidad y Turismo es la escasez de competencias, pero en medio de una pandemia, nadie en su sano juicio puede imaginar que una sola persona esté al frente de la vacunación, del control de los tests en el puerto; de preparar Fitur para traer gente a Melilla y encima, de repartir las ayudas a las familias golpeadas por la crisis económica. No es posible sacarlo todo adelante.

Y esto nos demuestra que la promoción del Turismo carece de relevancia para al tripartito. Seguimos ninguneando la posibilidad de vender la gastronomía y el modernismo de esta ciudad a gente interesada en conocer una de las pocas ciudades del mundo donde conviven en armonía culturas que no se pueden mirar a la cara en otros puntos del planeta. No somos conscientes de lo que tenemos. No valoramos nuestra grandeza y, por eso, porque lo vemos como algo natural, somos incapaces de venderla a precio de oro.

En eso tenemos que aprender de los catalanes, que te venden un pan tumaca como si el resto de seres vivos no fuéramos capaces de caer en la cuenta de que es sólo pan con tomate rallado y ajo.

Lo mismo pasa con los madrileños que se creen que su bocadillo de calamares es el no-va-más. Y nosotros aquí tenemos una gastronomía única y no la sacamos a pasear. Encima, la ofrecemos baratica como temiendo que el visitante descubra que lo estamos timando con esta cocina de influencias andaluzas, mediterráneas y bereber. Tenemos lo que nos merecemos.

Pero de la misma manera, tenemos que reconocer que vamos tarde en materia turística. Quienes salen de vacaciones no van a esperar por nuestros descuentos para hacer sus reservas. No hemos sido capaces, ni siquiera, de rentabilizar el sentimiento nacionalista que ha avivado en toda España la marcha sobre Ceuta.

Deberíamos haber apelado a ese chovinismo para pedir a todos los españoles que vengan a Melilla a reivindicar la españolidad de esta tierra y eso se hace gastando dinero en una ciudad asfixiada económicamente por Marruecos. Pero ni se nos pasó por la cabeza. Tenemos las ideas contadas, además de fijas.

Seguimos aspirando al turismo de cruceros, que está muy bien, pero señores, desde que empezó pandemia y varios barcos se quedaron aislados en alta mar con casos de coronavirus a bordo, la gente busca turismo al aire libre e inmunidad de rebaño.

La vacunación en Melilla arrancó bien y va mejor. Y ahí el mérito es todo del consejero Mohand, de la misma manera que cuando se autorizó el año pasado la Fiesta del Borrego en la ciudad y los contagios subieron como la espuma, suya fue la responsabilidad.

Pues vamos a vendernos como destino seguro. Vamos a ofrecer vacunas como las ofrece Ximo Puig a cualquier español que vaya de vacaciones a pasar el verano en una segunda residencia en la Comunidad Valenciana. Vamos a ir un paso por delante.

Pero evidentemente esa responsabilidad no puede recaer sobre los hombros de un solo consejero. O se ponen todos a una, o se nos va el verano sin Operación Paso del Estrecho; sin turismo marroquí porque las fronteras siguen cerradas y sin turistas españoles en Melilla.

Vamos tarde y no queda otra que ponerse a trabajar. Hay que contratar campañas publicitarias en las zonas emisoras de turismo a nuestra ciudad; hay que invitar periodistas de otras regiones a visitar Melilla, hay que venderse como si queremos que la gente cruce el charco y venga a ver una de las ciudades más bellas que tiene España.

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