MAñana 31 de diciembre muchos españoles celebraremos el fin de año, quizás no con una cena como las de antes. En esta ocasión toca recogimiento por el bien de nuestros mayores, de nuestros enfermos crónicos, por el bien de la gente que nos importa.
Pero en cualquier caso, los que hemos salido indemnes del coronavirus tenemos mucho que celebrar. Estamos vivos y la vacuna ya es una realidad. Por responsabilidad tenemos que ponérnosla cuando nos toque. Hay que confiar en la gente que sabe más que nosotros y que ha estado investigando para protegernos.
Yo creo en el destino. Lo que está para ti, nadie te lo quita. Después de la vacuna, seguirá habiendo cáncer e incluso hambre, que es la peor plaga, la que más personas mata en nuestro planeta. La vida seguirá y nos pueden pasar muchas cosas por el camino, pero tenemos que ser responsables y vacunarnos. Vamos a vencer el coronavirus como en su día se venció el tétanos, la poliomielitis o el sarampión. Esto pasará y viviremos para contarlo a nuestros nietos.
En cambio, hay 43 familias de esta ciudad que esta Nochevieja estarán de duelo porque el coronavirus les arrebató a un ser querido. Para todas ellas, vaya desde aquí, toda nuestra fuerza. Se me encoge el corazón de pensar en lo que están pasando. Su dolor es hoy también nuestro.
Leo con tristeza que en los últimos días ha habido dos intentos de suicidio en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de nuestra ciudad. Juro que me pongo en la piel de los que sufren y entiendo perfectamente su desesperación. No han podido salir de Melilla y están viviendo en un CETI abarrotado. Ni siquiera el coronavirus ha invitado a las autoridades del Ministerio del Interior o la Delegación del Gobierno a evitar el hacinamiento habitual para esquivar así los contagios.
Imagínense lo que significa salir huyendo de la guerra, de la pobreza, o de cualquier cosa o persona y llegar por fin a Europa y encontrarse que la Europa con la que soñaban no se parece a Melilla.
Están encerrados en nuestra ciudad en contra de su voluntad. Quieren marcharse porque creen que afuera les espera un futuro próspero. Pero se equivocan. Afuera, como mucho, les puede esperar un familiar en paro. España está apagada y lo peor está por venir cuando acaben todos los ERTES y todas las ayudas económicas que el Gobierno central y la Unión Europa han movilizado para hacernos este clavario lo más llevadero posible. Lo peor está por venir para muchas de familias.
Aquí, qué les voy a contar que no sepan. No sé cómo será ese día en el que las ayudas desaparezcan. Hoy estamos mal, pero miramos hacia otro lado y vemos que también están mal. No es que nos consuele, pero por lo menos no nos empuja a emigrar. Hacerlo es hoy más que nunca una temeridad.
Estamos viviendo una crisis mundial. Cuando Estados Unidos, que tiene una de las tasas de paro más bajas del mundo, va mal es porque los demás estamos en terapia intensiva.
Y en medio de todas esas desgracias, ayer se aprobaron los presupuestos generales de la Ciudad con los votos de CpM, Cs, PSOE y el diputado no adscrito, Jesús Delgado Aboy. Votaron en contra PP y Vox, que sus motivos tendrán. No los culpo por no aprobar unas cuentas en las que no han participado. Al PP no le ha gustado probar en sus carnes lo que ha hecho durante años al resto de partidos políticos de esta ciudad. El rodillo de la mayoría, aplasta.
Este, necesariamente, ha de ser tiempo de consenso, de hablar mucho, de dialogar, de llegar a acuerdos. No por unas siglas sino por responsabilidad social. Por amor a Melilla. Esta ciudad necesita unidad para salir adelante. Hay que tener altura de miras. Estoy convencida de que todos quieren lo mejor para esta tierra, pero cada uno elige sus métodos, herramientas o el camino a seguir. En eso nos diferenciamos. Lo ideal sería encontrar esa confluencia que no nos aleje del abismo ideológico que en muchos casos nos separa. Hay que encontrar la manera de que todos cedamos un trocito por el bien de la ciudad.
Son momentos como estos en los que los buenos políticos se retratan. Miren a su alrededor. Miren lo que tenemos. Miren el quítate tú para ponerme yo al que estamos asistiendo. El ego, la inexperiencia y la torpeza son malos aliados. Hay políticos de esta ciudad que a esas tres cualidades suman además la incultura, la ignorancia y la conspiración.
Ellos creen que no los vemos. Aquí hay políticos que han cambiado más de personal de confianza que de zapatos en lo que llevamos de legislatura. Esos son los más peligrosos. Los que no soportan ni los suyos; los autoritarios, los pequeños y ridículos que tienen que repetir a toda hora el cargo que tienen para que les tomen en serio.
Pero es Navidad y preferimos enviar un mensaje de esperanza. Melilla siempre ha salido de los huecos en los que ha caído. Hemos sabido regenerarnos. Vamos a salir de ésta.
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