Unos guardias civiles ejemplares (?)

El enésimo intento de salto a la valla, registrado ayer a pocos metros del paso fronterizo de Farhana, tuvo un inesperado protagonista además de los habituales guardias civiles e inmigrantes.

Una de las periodistas que habitualmente cubre este tipo de sucesos, la fotógrafa Ángela Ríos, fue detenida y conducida a la Comandancia de la Guardia Civil. Unos agentes la descubrieron cuando conducía un vehículo en dirección al CETI en compañía de cuatro inmigrantes que acababan de saltar la valla, según la nota de prensa de la Delegación del Gobierno. Al ser interceptado el vehículo por los guardias civiles, los subsaharianos consiguieron escapar y ella fue detenida “como supuesta autora de un presunto delito de favorecimiento de la inmigración irregular”, continúa el escrito de la Delegación.
Una vez en la Comandancia, la fotógrafa se negó a declarar y se acogió a su derecho de ‘habeas corpus’, por lo que fue puesta a disposición judicial. Prestó declaración en el juzgado de guardia y el juez la dejó en libertad sin medidas cautelares, pero le imputó un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros.
Esta actuación de los agentes de la Benemérita no puede ser calificada más que como impecable. Consideraron que estaban ante la autora de un delito, la detuvieron garantizando en todo momento sus derechos y la pusieron a disposición judicial tras finalizar los trámites que consideraron oportunos.Trasladaron a la detenida ante el juez de guardia y éste tomó la decisión que consideró oportuna con la ley en la mano, dando a la arrestada la posibilidad de manifestar cuanto considerara oportuno en su defensa o, incluso, de denunciar la actuación de los agentes si consideraba que éstos no habían respetado sus derechos en algún momento.
Lástima que el comportamiento ejemplar de estos agentes no sea una constante en todas las actuaciones de la Guardia Civil. Sólo hay que remontarse unos meses atrás para recordar un suceso muy similar, aunque aquella vez estuvo protagonizado por un médico. Aquel día, igualmente tras un salto de la valla, este doctor, que también es un conocido político local, acogió en su vivienda a un grupo de inmigrantes que estaban siendo perseguidos por los guardias civiles. Lejos de ser inmediatamente detenido como la fotógrafa Ángela Ríos, el médico atendió tranquilamente a los subsaharianos y cuando consideró conveniente, los condujo al CETI cantando. Entonces a los guardias civiles (en realidad, sus mandos) no hicieron gala del valor que se presupone a un miembro de la Benemérita: Se guardaron el Código Penal en el bolsillo y esperaron a que los inmigrantes salieran de la vivienda para escoltarlos hasta el CETI entre muestras de alegría y cánticos de éstos (de los inmigrantes).
Tampoco se puede decir que sean ejemplares las actuaciones de los agentes de la Guardia Civil cada vez que proceden a entregar a Marruecos a los inmigrantes interceptados a pie de valla, caminando por el filo de la Ley de Extranjería. En esos casos su comportamiento es, cuando menos, dudoso desde un punto de vista legal. Así lo piensa al menos el juez que ha imputado a varios agentes a causa de las denominadas ‘devoluciones en caliente’. En esos casos también se echa en falta el valor que se presupone en los agentes de la Benemérita para girarse y cuestionar, desde un punto de vista legal, la orden que están recibiendo en ese momento de su superior.
Desde luego, no siempre es tan fácil aplicar ejemplarmente la ley como ayer, cuando la ‘sospechosa’ es una mujer, una fotógrafa sin un influyente medio de comunicación que la respalde y sin ninguna posibilidad de amedrentar a un fornido miembro de la Agrupación de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil. ¿Qué habría ocurrido si el conductor del coche hubiera sido ese médico y conocido político local? ¿Habrían tenido valor los agentes para aplicar tan ejemplarmente la ley si, en vez de una mujer con una cámara de fotos llevando a cuatro subsaharianos al CETI, se hubiera cruzado en su camino uno alguno de sus superiores y les hubiera ordenado llevar a los inmigrantes en dirección contraria?