El Rastro es uno de los barrios con más encanto de la ciudad. No termina de perder su magia, pese a los olores, a la basura que suele amontonarse en la carretera y al estado de dejadez que presentan algunos edificios. Es por eso que los vecinos y comerciantes llevan tiempo esperando a que la Ciudad ponga el foco en esta zona de una vez. “El barrio está abandonado y olvidado, dejado de la mano de Dios”, dicen. Con melancolía, hay quien señala que el Rastro ya nada tiene que ver con lo que fue hace unas décadas.
Por eso, las obras que ayer dieron comienzo para construir una rotonda en el cruce en el que confluyen las calles General Martínez Campos, García Cabrelles y Gran Capitán, fueron asumidas como una buena noticia entre los habitantes. Al fin se hace algo bueno por el Rastro, fue lo que pensaron algunos habitantes.
“Empezamos el año con arreglos y esperamos que sigan, que el Gobierno no se detenga solo en una rotonda”. Así de claro se expresaba Hassan, un vecino que aseguró haber nacido y sido criado en el corazón del Rastro. El hombre, que paseaba por la calle García Cabrelles como el que deambula por su propia casa, con la música sonando a través del altavoz del móvil, insistía en que los ciudadanos echan de menos ver su barrio “en condiciones”.
Rachid, vecino del Monte María Cristina, coincidía con Hassan en su diagnóstico. “Hace falta que arreglen el Rastro entero”, apuntaba, incidiendo en que cualquier obra que se haga en esta zona sólo puede resultar positiva para la ciudadanía. “La glorieta vendrá bien para el tráfico porque aquí se forma mucho caos, siempre hay atascos”, sostenía el hombre.
El próximo proyecto de Fomento en el Rastro es la reforma del estado del firme, algo que los vecinos reclaman como urgente. “Mira qué baches”, decía uno de los ciudadanos mientras señalaba un socavón de dimensiones alarmantes en medio de la calzada. “Hacen falta badenes que sean de cemento, porque los que hay ahora mismo lo único que hacen es cargarse los coches”, agregaban.
Terminar con el caos
Al parecer de Josefa, que ayer volvía a su casa tras haber llenado su carro con la compra en el Rastro, son necesarias todas las medidas que vayan encaminadas a poner orden. “Este es un barrio de mucho caos, con mucha gente, a veces no se puede ni andar por la acera y hay que echarse a la carretera, pero eso es un peligro”, comentaba al respecto.
Los comerciantes también tenían ganas de ver que al fin se hacía algo por esta zona en la que desarrollan su actividad. Uno de los trabajadores de una tienda de alimentación sostenía que estas reforma lo que hacen es dar esperanza en que vendrán tiempos mejores para el Rastro. “Aunque corten el tráfico unas semanas, esto nos viene bien. Cuanto antes se arregle todo, mejor”, decía con ganas de que haya un cambio real.
No obstante, también hay quienes ven inconvenientes en estas reformas. El padre de Abdeslam tuvo dos tiendas en este barrio, por lo que él creció jugando en sus calles. “Yo no creo que lo del Rastro se solucione con rotondas, lo que necesita es que los gobernantes se propongan devolverle la vida que tuvo hace décadas, porque no tiene nada que ver ahora con entonces”, sostenía.
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