Este es la segunda Pascua Chica que los musulmanes de Melilla celebran con la frontera cerrada y es que cruzar al otro lado para reunirse con la familia de Nador y comer todos juntos era una costumbre muy arraigada hasta que llegó la pandemia del coronavirus y separó a miles de familias.
Es el caso de Karima, que ha celebrado esta Pascua con sus más allegados, pero sus padres siguen estando al otro lado y entre sollozos, resalta que es una situación que le duele. “Me he hinchado a llorar toda la mañana porque es muy fuerte lo que está pasando, estamos hartos de esta situación, de la distancia y echando de menos a nuestros padres y en estas fechas señaladas más aún. Estoy fatal, he perdido nueve kilos”, asegura. Explica que todos los ramadanes rompía el ayuno con su madre y este último mes, como trabaja por la tarde, al llegar a casa no tiene hambre por el cansancio y no come.
“Es una situación súper desagradable, muy dolorosa, nadie lo puede entender si no lo está viviendo”, expresó. Cree que sus hermanas, que viven en Madrid, lo llevan mejor porque están lejos, pero ella vive apenas a unos metros al otro lado de la valla y en la noche del miércoles habría ido a pasarla con sus padres y después del rezo de la mañana, su padre las habría despertado a ella y a su madre con un abraza. Él le envió un audio ayer por la mañana y le dijo que “si está escrito que nos veamos, que sea pronto, porque me muero sin vosotras” y expresándoles que no es lo mismo sin toda su familia. La incertidumbre sigue presente en todas estas personas separadas por la valla, pues no hay fecha de reapertura. Al menos, puso en valor que al menos hay salud y esperanza y asegura que las próximas vacaciones va a ir a visitarles cueste lo que cueste.
Ha intentado crear un ambiente familiar con otra amiga que suele irse también a Marruecos, los hijos y Ahmed, quien resaltó que los musulmanes de Melilla viven a un pie de Marruecos y las conexiones familiares son muy fuertes. Él agradece que al menos su madre pueda celebrarlo un año más, pero da una sensación de impotencia de ver que en el caso de Karima, con sus padres a 300 metros, no los vea desde hace más de un año “sin poder abrazarse, sin poder besarse y sin poder compartir estos momentos”. Así pues, de disfruta de los que están cerca, añoran a los que están lejos y recuerdan a los que ya no están. “Es una sensación agridulce”, dijo.
Kichou es un vecino de El Rastro relata que se enteraron a última hora de la fecha del Aid el Fitr y lo ha pasado de forma similar como el año anterior. El cierre de fronteras también les ha afectado al tener familia justo al otro lado de la valla. Se han pasado la mañana haciendo videoconferencias con sus familiares y su tía de Marruecos le dijo que echa de menos cuando iban a su casa. Aún así, subraya que no deja de ser una fiesta importante.
Además, agradece que se haya podido ir a rezar a las mezquitas, aunque haya sido de forma limitada. Enfatizó que se ha notado el día de la Pascua en toda la ciudad y cree que la diversidad cultural de Melilla se puede palpar en toda la ciudad, pues se han visto todos los comercios cerrados.
Lo que sí que no ha cambiado son los platos típicos, como las pastas, el cuscús dulce o el briwad.
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