Categorías: Sociedad

Una ‘pandilla de adolescentes’ regresa a Melilla 50 años después

La vicepresidenta primera de la Asamblea recibió ayer en el Salón Dorado a un grupo de amigos que ha decidido reunirse en nuestra ciudad, donde se conocieron cuando eran jóvenes hace varias décadas

¿Existen sentimientos que duran toda la vida? Es una pregunta que todos nos hacemos y que tiene difícil respuesta. Siempre andamos planteándonos si hay una relación de amor, una amistad o un trabajo pueden permanecer eternamente con nosotros. Lo cierto es que muchas veces no es así, pero otras, aunque cambien las circunstancias, los lugares e incluso pasen los años, la esencia perdura.
Joaquín Lama y Emilio Souza saben muy bien lo que significa esa amistad de verdad que tan difícil es de encontrar. Hace más de cincuenta años que formaron una ‘pandilla de adolescentes’ de chicos y chicas que por aquella época vivían en nuestra ciudad. Alguno se casaron entre ellos y otros muchos se fueron marchando poco a poco, algo que ocurre a menudo en una Melilla que no deja de ser para muchos, sólo una parada en el camino. A pesar de las dificultades este grupo de amigos no ha querido que los lazos que estrecharon en aquel momento se rompan del todo. Está claro que hay más arrugas, menos agilidad y que muchas cosas han cambiado, pero cada año encuentran un hueco para reunirse en alguna de las ciudades donde viven.
En esta ocasión el lugar elegido ha sido precisamente Melilla, la ciudad en la que nació y maduró esa amistad. Lama explicó ayer en declaraciones a la prensa que fue este verano cuando decidieron organizar la visita, que ha permitido a algunos de aquellos adolescentes regresar a los rincones que recorrieron hace más de treinta años. La vicepresidenta primera de la Asamblea, Cristina Rivas, fue la encargada de recibir ayer a los ilustres visitantes en el Salón Dorado y enseñarles el Palacio de la Asamblea. Ésta sólo será una de las paradas en los días que pasarán en nuestra ciudad.
Otra de las visitas obligadas será a Melilla La Vieja, donde los visitantes descubrirán, sin duda, una de las mayores transformaciones de nuestra ciudad. Poco tiene que ver la ciudad amurallada que recorrerán ahora con la que vieron cuando eran unos adolescentes.
Entre los asistentes, la mayoría mujeres, la sorpresa y la ilusión eran los protagonistas. Todos coincidían en que habían encontrado una ciudad muy distinta a la que dejaron atrás hace varias décadas, renovada y más bonita, aunque con la misma esencia. Lo mismo les ocurre a ellos, la fachada es distinta a la de entonces. Sin embargo la esencia continúa siendo la misma, por eso seguirán haciendo un hueco en sus agendas para fijar otro encuentro el próximo año, sea en Melilla o en cualquier otro lugar. La vida y el tiempo pasan, sin duda, pero las cosas realmente importantes permanecen.

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