Después de escuchar las declaraciones de nuestro consejero de Medio Ambiente, Daniel Ventura Rizo, le voy a dar la razón a los criterios que expone, sobre la necesidad que tenemos los melillenses en general de cambiar nuestra mentalidad. Opino que de nada sirven las buenas intenciones políticas o gubernamentales si éstas no guardan una cierta complicidad con la ciudadanía en su forma más esencial.
Tenemos unas costumbres y unos hábitos de vida que no benefician a nuestra comunidad ni a nosotros mismos en nuestro ámbito personal. En Melilla cogemos el automóvil solo para desplazarnos un cuarto de kilómetro. Tiramos al suelo lo primero que se nos ocurre y consideramos que nos sobra, y nos compramos tres coches por familia: uno para la mujer, otro para el marido y un todo terreno para ir a Marruecos y echarnos unas fotos; he visto proporcionalmente más 4x4 en Melilla que en Murcia capital.
No obstante, no nos damos cuenta que con esta actitud lo único que hacemos es perjudicar nuestra salud y la de nuestra vecindad. En primer lugar, porque debemos andar para fortalecer nuestro corazón unos cuarenta y cinco minutos como mínimo. Y todos sabemos que en esta ciudad todo lo tenemos a mano, desde las instituciones más importantes hasta un carrillo para comprar una bolsa de pipas.
Por mucho que se peatonalice la ciudad, si no hacemos uso de los zapatos no sirve de nada. Además de no dejar una bolsa de comida en el suelo para que vengan los gatos a comer. El gobierno de la Ciudad debería de poner ciertos comederos, ya que la ciudadanía tiene esta costumbre, en unos lugares especiales y concretos para animales callejeros y de multar severamente a quienes usen otros al azar para este fin.
Una buena alimentación rica en verduras y fruta, en la medida de nuestras posibilidades. Comer carne una vez por semana y lo mismo digo del pescado, haciendo de nuestra rutina diaria, nuestra gimnasia física, nos ayudaría a sentirnos más conformes y en paz tanto física como mentalmente.
Melilla tiene unas playas pequeñas pero muy bonitas, un pinar en Rostrogordo muy coqueto, que desde mi punto de vista, se podría extender hasta el inicio del descenso de los cortados de Aguadú. Tenemos una ciudad costera fortificada única en España y un parque forestal que junto a sus parcelas de animales de granja y aves exóticas no es nada despreciable.
Además, desde mi perspectiva, la Ciudad Autónoma debería de promocionar y fomentar más las visitas a las Cuevas del Conventico y a nuestro museo de Fósiles y Minerales y enriquecerlo gradualmente. El caso es que todo tiene un paseo muy agradable… Unos lugares para caminar dentro de estas parcelas y otros simplemente para ir a ellas.
Melilla es una ciudad para caminar y fijaros, queridos lectores, que la mayor parte de las veces que llueve lo hace de noche. El día queda libre para que podamos salir a la calle. Os invito a reflexionar sobre el medio ambiente en nuestra ciudad, porque todos formamos parte del mismo y no sólo de una forma meramente orgánica, sino también conductual.
Si queremos atraer el turismo para engrosar nuestro comercio, nuestra economía y en definitiva nuestra vida en la ciudad, nuestra población debe de dar una buena impresión al foráneo, ya venga de Europa o de la Península. Y eso es cosa, no solo de nuestro gobierno, sino de nosotros mismos.
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