22 de diciembre de 2015. Ocho y treinta de la mañana. Una mujer, siria acompañada de sus cuatro hijos se dirige a un policía de la frontera de Beni Enzar. Estaba “nerviosa y contrariada”.
A través de un intérprete de una ONG explica al agente que la Policía española no deja entrar en Melilla a su esposo, de origen libanés, que llevaba varios meses viviendo en Marruecos y quería pedir asilo en nuestro país.
Sorprendido por lo que aquella mujer decía, el policía sale junto a ella y los cuatro niños hasta el acceso peatonal de ciudadanos comunitarios, a fin de poder localizar al cabeza de familia para facilitarle la entrada en España.
Las cámaras de seguridad
En ese acceso se encontraban otros dos agentes que confirmaron que el refugiado de origen libanés había intentado solicitar asilo junto a otro hombre de origen sirio, pero un mando les había negado la entrada diciendo que “eran militares” y que los hechos estaban registrados en las cámaras de seguridad del acceso peatonal.
El policía que acompañaba a la mujer siria, desesperada porque habían devuelto a Marruecos a su esposo, le explicó a sus compañeros que no se puede devolver o expulsar de Melilla a ningún solicitante de asilo hasta que se resuelva su solicitud.
Además, les pidió que en caso de volver a ver por la frontera a los dos refugiados devueltos a Marruecos, que le avisaran.
Fueron testigos de lo ocurrido ciudadanos sirios que aguardaban en la oficina de asilo para ser entrevistados, intérpretes de ONGs y varios agentes del Grupo de Protección Internacional.
En torno a las 8:50 horas de ese mismo 22 de diciembre de 2015, el policía informó verbalmente a sus superior de lo ocurrido.
Poco después, se reunió con representantes de ONGs y se disculpó por lo sucedido, les pidió que no trascendiera y se comprometió a solucionarlo.
Además, les dijo que hablasen con la mujer del libanés expulsado, que llevaba ya varios meses viviendo junto a sus hijos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y que le explicaran que el Grupo de Asilo haría todo lo que estuviese en su mano para que entrasen en Melilla su marido y el otro refugiado que lo acompañaba, que también había sido rechazado en la frontera.
Ante el abogado de turno
Al día siguiente, el 23 de diciembre, víspera de Navidad, entró en Melilla a las 16:30 horas el refugiado sirio que iba con el libanés. Se llama Ahmed. M. A. y no es sirio sino palestino refugiado en Siria.
Él contó en la oficina de asilo lo ocurrido el día antes y así quedó registrado ante el letrado del turno de oficio. En la declaración dijo que fue devuelto en tres ocasiones junto con un ciudadano de origen libanés que le acompañaba. También apuntó que el 23 de diciembre había conseguido eludir el control documental, pero el libanés no lo había conseguido.
Todo este relato está recogido en la minuta a la que ha tenido acceso El Faro. Está dirigida al comisario jefe de la Jefatura Superior de Policía y fechada el 28 de diciembre de 2015.
En ella se hace constar además que todos los funcionarios del Grupo de Protección Internacional actuaron conforme a lo establecido en la legislación vigente.
Finalmente el refugiado libanés Nader K., nacido en 1979, pudo reunirse en el CETI con su mujer, Slaif A. y a sus cuatro hijos. La familia permaneció en el centro con el número de control 3551.
Desde las ONGs aclaran que todo se debió a un error. La Policía se disculpó con Slaif y su marido logró entrar en Melilla. “Afortunadamente no hemos vuelto a tener noticias de que haya vuelto a pasar algo así”.
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