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Mohamed, de 19 años, limpia coches a cambio de la voluntad para tratar de viajar a la península
Todo empieza por un sueño y hay sueños que mueven montañas, otros que animan a recorrer kilómetros y cruzar países con tal de conseguir lo que se desea: paz, educación y trabajo. Esos tres son los pilares básicos que motivaron a Mohamed, un joven de 19 años, que salió de Malí hace nueve meses en busca de un futuro incierto, “pero mejor”, según chapurrea mezclando el castellano con el francés y el árabe. La conversación con él transcurre calmada, mientras acaba de limpiar el parabrisas del vehículo de un hombre, quien después le dará unas pocas monedas por sus servicios.
Algunos días gana más, otros días menos, “la voluntad”, asegura. Y la voluntad es muy cambiante. Tampoco sabe con exactitud cuánto ha podido conseguir en un día. “A veces nada”, dice. “Con esto no se gana casi nada, pero cada moneda es un paso que me acerca más a mi viaje hacia la península”, dice concentrado en quitar las manchas de polvo y barro que poco a poco desaparecen del cristal del coche.
Al principio sólo trabajaba un día a la semana, ahora cuando puede, ya que no siempre sale del Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI), donde se aloja desde que cruzó la frontera hace cerca de cuatro meses.
Limpiar coches en la calle de la forma en la que lo hace Mohamed no está permitido, pero él de momento no se ha encontrado con ningún problema. Antes había más personas en su misma situación que se apiñaban en el centro de Melilla para ofrecer sus servicios de limpieza, pero poco a poco se han ido distribuyendo por otras parte de la ciudad para no llamar tanto la atención, comenta tímidamente el joven limpiador.
Ilusiones
Mohamed se muestra reservado a la hora de hablar sobre su situación en su aldea de Malí, y se limita a comentar, con el ceño fruncido, que allí no estaba bien. El joven se esmera en conseguir que el cristal, así como el capó del coche, queden relucientes tal y como ha dejado las puertas y el maletero del vehículo.
Este joven maliense quiere viajar a la península para trabajar en algo que le dé dinero y le permita estudiar. No tiene muy claro qué le gustaría hacer, “pero cualquier cosa es mejor que esto”, sentencia. Tampoco sabe adónde le gustaría ir, “me quedaré donde no haya más remedio”, suspira con resignación.