Una médico y una enfermera se contradicen en sus declaraciones sobre el ‘caso Naira’

Una doctora y una enfermera que testificaron ayer por el caso de Naira, la niña de tres años fallecida el 24 de enero pocas horas después de recibir el alta en el Hospital Comarcal, aseguraron que la pequeña entró y salió del centro sanitario “normal”, según fuentes consultadas por El Faro. Sin embargo, una segunda enfermera declaró que la niña llegó “cianótica”, es decir, con falta de oxígeno en la sangre y coloración azulada.

Pruebas

En las declaraciones de ayer sobre este caso, que se encuentra en fase de instrucción, la doctora y una enfermera apuntaron que la niña llegó fría pero se encontraba bien. En cuanto al tratamiento que se le proporcionó, el hospital indica que se le administraron aerosoles y se le hizo una pulsioximetría, según recoge un informe del centro sanitario.

Sin embargo, sobre esta última prueba, la madre asegura que no se le puso el aparato en el dedo.

En el informe de Urgencias de la noche del 23 de enero, se recoge que se llevó al centro a la niña por disnea (dificultad respiratoria) sufrida durante unos minutos mientras dormía. La madre de la pequeña había explicado antecedentes de bronquitis esa misma semana y fiebre. Durante el episodio, refirió cianosis en los labios y palidez cutánea.

Preguntadas las testigos sobre si esa noche se consultaron los antecedentes de la niña, dijeron no recordar si se entró al historial, algo para lo que se necesita una clave porque los archivos están protegidos.

Actuación torpe

En la declaración de ayer se reconoció que en Urgencias contaban con camas monitorizadas. La familia considera que no se hizo un diagnóstico correcto y que se pudo actuar “torpemente”. Si se hubiera dejado en observación a la niña más tiempo, el tiempo de reacción habría sido instantáneo y creen que no hubiera fallecido.

Otra de las cuestiones que resaltan las fuentes consultadas es que la supervisión, y por tanto, la corresponsabilidad, de la atención médica prestada a la menor correspondía a dos doctoras, quienes, junto a un médico residente de segundo año, examinaron a la paciente y, dado que el cuadro clínico no era preocupante, determinaron que el seguimiento y la evaluación se llevara a cabo por parte del residente. Sin embargo, ahora sostienen que la responsabilidad es solo de este último.

Las fuentes consultadas consideran que, tras el fallecimiento de Naira, se debería haber dado parte al juzgado para que se realizara una autopsia a la pequeña. A su juicio, se cumplían tres requisitos para que se hubiera actuado: era una menor, murió por causas desconocidas (el certificado de defunsión recoge muerte súbita por parada cardiorrespiratoria) y dentro de las 24 horas posteriores al alta, por lo que se podría pensar en una posible mala praxis.

Añaden que, aún en contra de la voluntad de los padres, que se negaron en un principio a que se le practicara, en aquel momento se hubiera ejecutado. El abogado de la familia solicitó posteriormente una necropsia, pero ya fue tarde.

En los próximos días se concretarán las siguientes personas que declararán como testigos en la fase de instrucción.

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