Categorías: Editorial

Una malla para ganar tiempo

La malla antitrepa está demostrando una gran efectividad. Junto a la incesante labor de los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, en especial de la Guardia Civil, ha conseguido repeler el segundo asalto consecutivo de inmigrantes.

Ayer nuevamente cientos de subsaharianos vieron frustrado su sueño de llegar a Melilla. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido el pasado sábado, esta vez 150 inmigrantes de los 400 que lo intentaron lograron superar la primera alambrada. En la ocasión anterior únicamente 5 entre un millar consiguieron llegar a la segunda alambrada.
No se puede negar que la malla antitrepa ha supuesto un obstáculo que de momento ha devuelto a la valla la apariencia de infranqueable que tenía hasta hace unos años, cuando resultaba inconcebible que alguien pudiera superar una instalación equipada con tantos dispositivos de seguridad. Entonces la presión migratoria que sufría nuestra ciudad no alcanzaba los niveles actuales ya que los inmigrantes tenían la posibilidad de intentar otras rutas para llegar a la península. Sin embargo, hoy, sin casi alternativas a la ‘ruta de Melilla’ y con cada vez más subsaharianos al otro lado de la frontera, estamos lejos de poder asegurar que el problema de la inmigración está resuelto. Incluso resulta arriesgado afirmar que está en vías de solución, sobre todo cuando parece que estamos dispuestos a jugárnolos todo a la única carta de intentar ‘impermeabilizar’ la frontera. Es un error pensar que algún día vamos a conseguirlo, ya que frente al ingenio para idear sistemas anti-intrusión está la necesidad vital de los inmigrantes de buscar métodos para superarlos.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) mostró ayer alguna de las ‘herramientas’ fabricadas por los subsaharianos para ‘trepar’ por la malla antitrepa. El propio delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, expuso hace más de un mes (2 de mayo) las ‘armas’ de las que se habían servido un día antes 140 inmigrantes para llegar a Melilla. Lo intentaron 300, pero los garfios amarrados a cuerdas y palos sólo sirvieron a algo menos de la mitad para burlar todos los dispositivos anti-intrusión.
Tarde o temprano acabará ocurriendo algo parecido con la malla antitrepa, un elemento en el que el Ministerio del Interior tiene depositadas sus esperanzas. Sin embargo, sólo resulta realmente efectiva para retrasar lo previsible. El mérito está es saber aprovechar ese tiempo para intentar diseñar y adoptar medidas en la raíz del problema. No se hizo así hace años. Entonces se cometió el error de pensar que la valla era infranqueable. Creímos que el problema estaba resuelto. Hoy, entre mallas antitrepa, garfios y pinchos vemos que estábamos equivocados. Lo sorprendente es que vayamos por el camino de caer en el mismo error.

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