Francisco Vizcaíno empezó a dar clases en el año 78 con tan sólo 20 años en una escuela en Alhucemas. Hoy, 39 años después, desempeña su profesión como profesor en el colegio Anselmo Pardo con la misma pasión con la que empezó. El próximo 28 de este mes la Federación de Educación de Comisiones Obreras (CCOO) le distinguirá con el premio ‘Ángel Gutiérrez’ para reconocer su trayectoria sindical. En una entrevista con El Faro habla sobre las dificultades que atraviesa la enseñanza y el papel que juega el sindicato en la misma.
–Qué supone recibir el premio ‘Ángel Gutiérrez’?
–Es un lujo y un honor recibir un premio sindical, más aún siendo afiliado de CCOO.
–¿Cómo era Francisco Vizcaíno tras el pupitre?
–Era un alumno disciplinado. Era reflexivo, me gustaba leer y estar pendiente del temario. Intentaba comprenderlo más que empollarlo. Estudié en el instituto Leopoldo Queipo y siempre tuve muy claro que quería dedicarme a la enseñanza.
-¿Su profesión es entonces puramente vocacional?
–Sí. No quería estudiar otra carrera que no fuese la de Magisterio. Tuve mucha suerte porque a los 20 años ya estaba dando clases en una academia durante el verano y cuando empezó el curso en septiembre, empecé a trabajar en Marruecos como profesor.
–Gloria Bañasco, la segunda profesora premiada por CCOO, aseguró en una entrevista con El Faro que se ha perdido el respeto a los profesores. ¿Comparte ese análisis?
–No sé. Diría que los tiempos han cambiado. Hay veces que mis alumnos me llaman por mi nombre y tampoco me afecta mucho, siempre que sea con respeto. Lo que sí se ha perdido es la confianza en la educación y en los maestros. Los padres o sólo creen lo que los niños les dicen, o dejan la enseñanza únicamente en manos del maestro. Eso no puede ser. Nosotros estamos cinco horas con los niños y el día tiene 24.
–¿Hasta qué punto cree en la influencia del profesor en la educación de los jóvenes?
–Creo que el profesor tiene la capacidad de moldear al alumno, pero esa capacidad no ha sido valorada. Esto ha llevado a que la figura del docente haya sido desprestigiada, aunque ahora se esté recuperando y se vuelva a confiar más en los profesores.
–Lleva más de 30 años afiliado a CCOO. ¿Qué le llevó a formar parte del sindicato?
–Querer tener un sindicato de clase y querer luchar por una educación de calidad. Éramos un grupo de compañeros bastante concienciados los que nos pusimos en contacto con CCOO de Melilla y en 1984 formamos la Federación de Enseñanza del sindicato. Años posteriores, allá por el 88 hubo una huelga general y durante un periodo de tiempo estuvimos sólo los sindicalistas de CCOO en pie de guerra. Éramos el sindicato más importante a nivel nacional, ya que por aquella época ser afiliado de un sindicato y ser rojo era un poco más delicado. No todo el mundo tenía la conciencia para militar en CCOO. Con nuestras protestas conseguimos adquirir el derecho de sexenio. Eso fue uno de los logros más importantes a nivel de salario.
–Melilla registra una alta tasa de absentismo escolar. ¿Cómo se debe poner solución a ese tema?
–En principio hay que eliminar el problema de las ratios tan elevadas por clase. Para ello hay que construir nuevos centros educativos. Hay que mejorar la enseñanza desde la base y dotar a los centros de recursos humanos.
–¿La educación está siendo politizada?
–Si dijese que no, mentiría. La implantación de tantas leyes educativas ha dificultado la labor del docente que se ha perdido en las lagunas legislativas. Hay que hacer una ley de educación consensuada y perdurable en el tiempo.
–Confía en que pronto se haga realidad el pacto por la educación?
–El pacto por la educación no llega porque no se puede autoexcluir ningún partido. La educación tiene que tener una concepción de universalidad. Además, hay que invertir más en educación para que sea de calidad.
–Cada maestrillo tiene su librillo. Díganos el contenido del suyo.
–He estado mucho tiempo ejerciendo el cargo de director, pero siempre he querido estar próximo al alumnado y no meterme en el despacho para distanciarme. También he estado muchos años en la Educación Física y eso me ha hecho ver que el diálogo, la conversación y la confianza con el alumno es algo muy positivo. A los estudiantes hay que escucharlos y no imponer las cosas. Dejar que caigan por su propio peso. Creo que es algo que me ha enseñado la experiencia.
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