Categorías: Editorial

Una imagen para el recuerdo

EL ‘idilio sindical’ de Caridad Navarro y Alonso Díaz es historia. Las relaciones entre CCOO y UGT se han enfriado coincidiendo con la llegada de Francisco Veira a la secretaria general de la organización vinculada al Partido Comunista de España. Tampoco ha contribuido al entendimiento la aparición Rosendo Quero en la escena político-sindical con un pie en IU y el otro de CCOO. Han pasado a la historia aquellas imágenes protagonizadas por los dos líderes de los principales sindicatos compartiendo pancarta contra los recortes o cediéndose la palabra en ruedas de prensa donde quedaba patente su unidad de acción. Esas escenas con Caridad Navarro y Alonso Díaz como protagonistas han dejado paso a las actuaciones por separado de cada sindicato e, incluso, a la defensa de posiciones enfrentadas.
Hoy vemos por un lado a Francisco Veira salir en defensa de su compañero José Emilio Carrasco, coordinador de la Administración Local de CCOO. Éste pidió que los funcionarios recuperen la parte proporcional de la paga extra que les correspondía antes de que el Gobierno decidiera suprimirla. Casi sin tiempo para que la Ciudad respondiera a su demanda, ya había llegado la contestación de Javier Valenzuela. Éste, responsable de la Federación de Servicios Públicos de UGT, le recordaba que esa batalla la estaban librando ellos en solitario en los tribunales.
Una escena similar se había repetido antes con Abdeselam Anana y Rosendo Quero como protagonistas y con los transfronterizos en medio de la disputa sindical. El primero, secretario de la Federación de Madera, Construcción y Afines, reprochaba a su ‘compañero’ que la UGT no necesita acudir a asociaciones marroquíes para defender a estos trabajadores. A lo que respondía el segundo, secretario de la Federación de la Construcción y Madera de CCOO, acusando a sus también ‘compañeros’ de que éstos sólo estaban interesados en el cobro a los trabajadores de los porcentajes correspondientes a las demandas de cantidad.
Y, finalmente, dirigentes ugetistas y de Comisiones Obreras elegían la oficina de Correos en el barrio del Industrial para su último cruce de reproches. Allí los responsables de CCOO vienen protestando en solitario contra los recortes de plantilla. Y allí sus ‘compañeros’ de UGT les critican que nadie les haya invitado a sumarse a esas movilizaciones.
Todos estos desencuentros se suceden cuando los simpatizantes y afiliados de ambos sindicatos aún conservan en la retina la imagen de Caridad y Alonso, juntos, con una pancarta y el puño en alto. Aquélla es una fotografía que está en el álbum de los recuerdos de esos trabajadores que están convencidos de que ellos deben ser la principal preocupación de los sindicatos frente a los ‘abusos’ de la Administración o de la patronal. Sin duda, alguien se equivoca.

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