EL ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, protagonizó ayer en Melilla una foto que él mismo catalogó de “histórica”: En la frontera de Beni Enzar posó junto al responsable de los puestos fronterizos marroquíes, Hassan Omar. La imagen viene a certificar las buenas relaciones entre España y Marruecos. Ayer la parte marroquí ratificó su disposición a colaborar con nuestro país al impedir la llegada a Melilla de un todoterreno ‘'kamikaze'’ con 17 inmigrantes dentro (dos niños, cinco mujeres y diez hombres).
Además, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del país vecino reforzaron ayer la vigilancia fronteriza para evitar saltos imprevistos de subsaharianos en medio de la visita del ministro del Interior español. Buena voluntad hay, ahora hace falta que se mantenga.
La víspera de la llegada de Fernández Díaz a Melilla, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, aseguraba a la prensa que esperaba que la visita del número uno de Interior fuera fructífera. Y así ha sido.
Ayer por la mañana el ministro anunció que por la tarde empezarían las obras del puesto fronterizo de Beni Enzar. Y en efecto, un grupo de operarios de la empresa adjudicataria trabajó en la señalización de las labores de remodelación y despejando áreas en las que los funcionarios destinados en el principal paso fronterizo de la ciudad no podrán aparcar sus vehículos durante los cerca de cinco meses que durarán las obras.
También adelantó el ministro una inversión de 1,5 millones de euros para reforzar las medidas de vigilancia del perímetro fronterizo. Para empezar, dijo que se colocarán 15.000 metros de malla antitrepa en la parte interior y exterior del vallado; tres nuevas torres de control con sendas cámaras térmicas y que se retirarán estructuras de acero que están facilitando la entrada de inmigrantes a Melilla durante los asaltos a la valla, aunque en su momento se colocaron para ponérselo más difícil.
El ministro ya lo había dicho en Ceuta y ayer reiteró en la ciudad la necesidad de alcanzar un pacto de Estado sobre inmigración.
La anécdota de la jornada fue el cambio de última hora en la visita al CETI. Estaba prevista en la agenda del ministro, luego se suspendió “por problemas de agenda” y acto seguido se recuperó. Habría sido imprudente que el ministro no pasara por el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes porque ante la opinión pública se habría interpretado como una manera de huir de una situación desagradable: El hacinamiento del CETI.
Pese a las buenas noticias que trajo ayer a la ciudad el ministro del Interior, los sindicatos policiales y la Asociación Unificada de Guardias Civiles criticaron el hecho de que Fernández Díaz se haya ido sin ver la Melilla real, con sus colas en la frontera, su presión migratoria y un Marruecos que a menudo mira para otro lado. También han echado en falta el anuncio de refuerzos para contener a pie de valla las avalanchas de inmigrantes.
Siempre se puede pedir más, pero ojalá nos cayeran 1,5 millones cada vez que un ministro visita Melilla. No ha estado mal. Fernández Díaz nos ha dejado una foto histórica, las obras de Beni Enzar en marcha y promesas por cumplir.