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Una explosión bacteriana tiñe de rosa la desembocadura del río de Oro

La desembocadura del río de Oro ha amanecido este jueves teñida de color rosa y desprendiendo un olor fétido. Manuel Tapia, presidente de la asociación Guelaya Ecologista en Acción, indica que se trata de un cultivo bacteriano originado de la mezcla de aguas fecales con el mar.

Aunque a priori pudiera parecer que alguien ha arrojado una lata de pintura rosa en la desembocadura del río de Oro esta noche y de ahí que haya amanecido con esa curiosa tonalidad, los ecologistas locales explican que su origen reside en un cultivo bacteriano producido por las aguas fecales mezclado con el agua salada del mar.

Manuel Tapia culpa al sumidero que se está "tragando" el cauce del río de Oro como uno de los principales factores de este fenómeno. El sumidero fue instalado allí por la Ciudad Autónoma hace unos años, pero "todavía nadie nos ha informado de qué hace allí".

Como el cauce del río no está desembocando, cuando llueve y hay un vertido de aguas fecales, se quedan formando una pequeña laguna que supone un caldo de cultivo para bacterias y microbios de todo tipo. Cuando se junta con el agua salada se produce esa explosión bacteriana que tiñe de color púrpura la desembocadudra.

El olor que desprende tampoco pasa desapercibido. Son muchos los ciudadanos que se han quejado del hedor que sube hasta el puente. No es de extrañar, puesto que junto al caldo de bacterias y microbios también hay residuos en esta zona natural, como si fuera un vertedero.

Desde Guelaya cree que las autoridades locales como estatales (dado que se encontraban en la ciudad firmando la cesión de la planta desalinizadora) se pronunciasen sobre este tema tan reincidente.

"Llevamos muchas denuncias explicando que cada vez que llueve se produce un vertido de aguas fecales en la desembocadura, con sus correspondientes toallitas y residuos de los retretes, que luego irán a parar a la ensenada y será el agua en el que dentro de muy poco tiempo estaremos bañándonos", ha apuntado Tapia.

Los ecologistas recuerdan que se trata de un "problema medioambiental grave" que necesita de una solución urgente. Habría que evitar que las aguas fecales se vertiesen en la desembocadura del río. También habría que arreglar la estación de bombeo para que, cuando llueva, el agua pueda ir a la depuradora.

Para ello es primordial que la depuradora funcione correctamente "para que tengamos un agua terciaria en condiciones", una labor que recae en las autoridades. Lo mismo debe ocurrir con la estación de bombeo para que no salgan aguas fecales en esta salida ni en la de la Hípica.

Pero lo más importante, señala Tapia, es que se cierre el sumidero que se está tragando el agua del río de Oro e impide que el cauce siga su curso natural y desemboque como debiera.

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