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Una estrategia necesaria

Si alguna vez se puso en duda la sintonía entre los gobiernos de Ceuta y Melilla, entre los presidentes Imbroda y Vivas específicamente. Ayer cualquier recelo al respecto quedó del todo despejado, y no por la batalla de flores en la que se sumergieron ambos gobernantes cuando se dedicaron a piropearse y reconocerse mutuamente lo bueno y válidos que han sido para transformar sus ciudades respectivas y lograr acercarlas, en mayor medida, a los niveles de desarrollo del resto de ciudades españolas.
En medio de la fraternidad, del gusto de Imbroda y su Gobierno por actuar como buenos anfitriones, del intercambio de placas que venían a expresar casi con las mismas palabras el sentimiento recíproco de agradecimiento por los pasos dados en beneficio de una acción común en pro de soluciones comunes para problemas igualmente comunes, Vivas e Imbroda no sólo analizaron sus “vidas paralelas” en el ámbito político, en un tiempo coincidente y cambiante al pairo del nuevo siglo, y a la urgencia impuesta por el nuevo milenio para modernizar ambas ciudades.
“Eres el presidente autonómico mejor valorado de toda España. Has hecho en Ceuta una labor estupenda, cambiando la fisonomía de tu ciudad con un hondo compromiso con Ceuta como ciudad europea, española y ciudad integradora. A Ceuta hay que conocerla como yo la ví hace bastantes años para comprobar cómo ha cambiado y mejorado la calidad de los servicios que se prestan a sus ciudadanos”.
“Es una gran satisfacción trabajar con el presidente Imbroda –le replicó Vivas- y lo digo sin apartarme un ápice de la sinceridad. Me consta que los melillenses respetan, aprecian y valoran a su presidente, y sinceramente creo que tienen muchos motivos porque es una persona honesta, íntegra, trabajadora y eficaz”.
En realidad en esto quedó ese cruce de ‘piropos’ comprensible entre compañeros de partido, homólogos en sus responsabilidades públicas y cercanos por los vínculos que históricamente unen y mantienen viva en el presente la especial relación entre Ceuta y Melilla.
Una realidad común que el presidente Vivas recreó casi como un poeta, cuando glosó las semejanzas entre las dos ciudades y entre melillenses y ceutíes. “En Melilla –dijo Vivas- estoy satisfecho como en mi casa. Nos une la historia que, evidentemente, es un aval de mucho peso para poner de manifiesto que Ceuta y Melilla han sido siempre una prolongación y avanzadilla de la Península en el Norte de África. Nos une el carácter mediterráneo: abierto, hospitalario, curioso en el sentido de la aspiración constante por descubrir; nos une la esencia marinera de Ceuta y Melilla como dos ciudades que nacen del agua y miran permanentemente el cielo. Hasta nos unen las columnas de Hércules, que aparecen en el escudo de Melilla también para simbolizar de manera rotunda un lazo permanente entre las dos orillas, forjado a base de pasión, sentimientos compartidos y comunicación permanente de cultura, de ciencia, de arte y de pensamiento; en última instancia, de la voluntad de las personas”.
Los discursos de Imbroda y Vivas, ayer en el Salón Dorado, fueron un canto al hermanamiento entre las dos ciudades, a su condición de territorios españoles que, en la distancia, refuerzan el sentimiento de españolidad como razón de su realidad, de su pasado, su presente y el futuro que ayer, precisamente, se pretendió afianzar, consolidar y dotar de pilares que lo hagan más seguro, en el marco de un “horizonte político despejado”, sin peligrosas dependencias y sin “incógnitas de futuro”.
En este sentido gravitaron los mensajes de los principales gobernantes de ambas ciudades y, en este sentido, aquí lo reflejo, sin más reflexión que la que ellos mismos aportaron y realizaron, con el fin de conseguir lo que creo muchos melillenses (no puedo hablar por los ceutíes) creemos tan necesario. Me refiero a la necesidad de “conquistar el futuro”, de poner las medidas necesarias para evitar conflictos que deriven en la inestabilidad social que los actuales y calamitosos índices de paro que padecemos nos imponen temer más que premonizar, y que exigen, como demandaron Imbroda y Vivas, de un Gobierno central que tenga claro “qué rumbo” merecen ambas ciudades.
Como digo, ante ello, qué puedo añadir. Lo que se puede opinar al hilo de la actualidad no sólo está más que dicho. En lo tocante a la radiografía de lo que merece y necesita Melilla, no puedo más que compartirlo

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