Los problemas registrados en distintos centros educativos en el inicio del curso están dejando en evidencia que Madrid está más lejos de lo que pensábamos.
Tardan muchísimo en viajar hasta el Ministerio de Educación los asuntos que preocupan en Melilla y mucho más aún en llegar las respuestas, que no siempre son las más acertadas para resolver nuestros problemas. En las últimas semanas, algunas decisiones del Ministerio han provocado justamente el efecto contrario y otras no han servido absolutamente para nada. Ahí está el caso de los horarios en diez centros escolares: Es muy difícil de aceptar que los responsables de su dirección hayan sido incapaces de entender una indicación dada por el Ministerio. Es más fácil suponer que alguien en Madrid hizo muy mal su trabajo, primero trasmitiendo de forma poco clara la nueva norma y luego dejando transcurrir más de dos meses desde que se cometió el supuesto error sin informar del mismo a las direcciones de los centros hasta el inicio de las clases.
Sorprende tanta rigurosidad del Ministerio con la norma de 45 minutos por clase y tan poca preocupación ante la ilegalidad que se comete en casi todos los colegios de nuestra ciudad al tener más de 30 alumnos por aula.
Otro asunto, el de la falta de mobiliario, parecía que había quedado resuelto. Sin embargo, aún faltan sillas en algún centro. Concretamente, no han llegado todavía al Velázquez, que como todos los colegios empezó las clases el 9 de septiembre, hace casi tres semanas.
A ello hay que sumar los problemas con la entrega de las becas en algunos centros, que en un claro ejemplo de estupidez burocrática primero hay que solicitar por internet y luego hacer cola para verificar que se han tramitado correctamente.
La conclusión es que Madrid está muy lejos para los melillenses, pero aún está más alejada nuestra ciudad para los responsables del Ministerio de Educación.
El curso ha empezado sin los deberes hechos, el tiempo se nos ha echado encima y ahora no sabemos muy bien a quién apuntar con el dedo para exigir responsabilidades. Y, por si fuera poco, la Ciudad tiene que asumir parte del gasto y de las inversiones que corresponden al Ministerio porque no están transferidas las competencias. Aquí, con los recursos de Melilla, hay que adelantar proyectos de construcción de nuevos centros, hay que buscar dependencias y acondicionarlas para aulas de Infantil, hay que firmar constantemente convenios para suplir carencias, hay que mejorar las infraestructuras de los centros escolares, hay que acometer obras...
Es evidente que en Melilla se está haciendo el trabajo que alguien debería hacer en Madrid o, al menos, en nuestra ciudad se pone mucho más interés en solucionar los problemas que afectan a nuestros estudiantes. El último capotazo lo ha tenido que volver a dar la Consejería de Educación con 100.000 euros para la compra de material escolar para los niños de familias necesitadas. ¿Sabían en el Ministerio que existía este problema?
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