Este pasado domingo, día 14 de julio, se conmemoró el Día de las Víctimas del Terrorismo en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla, según han confirmado fuentes de la Delegación del Gobierno, un acto interno que prácticamente ha pasado desapercibido para la inmensa mayoría de los melillenses al no haber habido una convocatoria pública para que los medios de comunicación pudieran hacerse eco del más que merecido homenaje brindado a sus compañeros.
Hace 38 años, doce guardias eran asesinados por ETA en la Plaza de la República Dominicana de Madrid. Fue, sin duda, el mayor atentado sufrido por la Benemérita, que se ha dejado por el camino 230 vidas, convirtiéndose lamentablemente en el cuerpo que más víctimas padece entre sus filas como consecuencia de las acciones de banda de asesinos, cuyo brazo político se sienta hoy día en las instituciones e incluso se han convertido en socios del Gobierno nacional que preside Pedro Sánchez.
Honrar a quienes dieron su vida por la acción cruel de los pistoleros de la banda terrorista no debería ser algo tan alejado de la opinión pública. No es justo que la Guardia Civil tenga que recordar a sus compañeros caídos por la acción de esos asesinos como si fueran aquellos terribles "años de plomo", cuando las víctimas eran sacadas por la puerta de atrás de las iglesias del País Vasco.
No es justo hurtarles a los melillenses esa conmemoración. No está bien que sea un simple acto interno sin presencia de las principales autoridades ni que las fotos haya que publicarlas casi a hurtadillas. ¿A quién puede molestar que ese día se convierta en una fecha importante en el calendario de los españoles? ¿Qué perjuicios causaría a nadie que todos los ciudadanos puedan tener un recuerdo para aquellos guardias civiles?
Recordar a aquellos agentes, algunos de ellos melillenses como Antonio Molina Martín, debe formar parte de la memoria colectiva de esta ciudad. Hace un mes que la Policía Nacional homenajeaba a los suyos y lo hizo por todo lo alto, en plena Plaza de España, si bien tanta importancia a esta efeméride pudo estar reforzada por el hecho de que se celebraba también este 2024 el bicentenario de la creación del cuerpo.
El hecho es que los funcionarios policiales y de la Guardia Civil asesinados por ETA han de tener siempre un lugar especial en ésta como en otras ciudades de España. Por eso sería muy recomendable que para el próximo año, el instituto armado tuviera a bien dejar ese carácter íntimo de la conmemoración y abrirla a todos los melillenses para que el olvido no se lleve por delante el sacrificio de aquellos jóvenes que, a su modo, hicieron de España un lugar mejor para vivir.
Toda la sociedad española debe estarles agradecida y la manera de manifestar ese reconocimiento ya no puede ser otro que honrar su memoria y hacerlo con actos públicos para que a nadie le paso por alto lo que nuestros cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado tuvieron que soportar durante 50 años de lucha permanente contra quienes justificaban incluso el asesinato de menores, como ocurrió con la Casa Cuartel de Zaragoza en 1987, cuando quedaron en el camino la vida de seis niños.
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