Editorial

Una concentración que ya era necesaria

Empresarios de distintos sectores de la ciudad, trabajadores y todas las organizaciones políticas de la ciudad, a excepción del PSOE, se concentraron en la tarde de ayer ante la Delegación del Gobierno para dejar claro un mensaje: Melilla exige que se vuelva al anterior sistema de bonificación de la Seguridad Social, consistente en rebajar al 50% las cuotas patronales. Es así de nítido lo que se reivindica. Es algo que no deja lugar a dudas pero que el Ejecutivo de Sánchez viene desoyendo desde hace más de un año, cuando surgieron las primeras voces en contra del Real Decreto que derogaba ese sistema de bonificaciones que tanto daño está haciendo al tejido productivo melillense.

No se ha terminado nunca de explicar de forma verosímil por qué se decidió borrar de un plumazo un incentivo fiscal de Melilla que venía funcionando a la perfección desde hacía casi 20 años. A día de hoy se sigue sin saber la auténtica razón de un dislate que se pretendió más o menos enmendar con el pago de la subvención a final de año si los 262 euros que se aportaba por trabajador contratado indefinidamente no eran suficientes.

Pero la concentración no sólo se convocó con la bonificación del 50% como telón de fondo. Hay otras dos cuestiones también de la máxima importancia y que siguen pendientes de resolución por parte del Gobierno de España. Por un lado, la reapertura de la aduana comercial con Marruecos; por el otro, que haya reciprocidad en el régimen de viajeros, que actualmente no existe porque las autoridades marroquíes impiden que entre en su territorio cualquier producto procedente de Melilla.

Y esas dos reivindicaciones se producen precisamente el día en que ha trascendido que la embajadora marroquí en España ha vuelto a insistir en que no hay fecha para reabrir la aduana y que todo sigue pendiente de unas cuestiones técnicas que nadie especifica, sencillamente porque es mentira, que no es más que una excusa barata para negarse a cumplir el compromiso que Rabat adquirió en tal sentido hace ya más de dos años.

Se realizaron tres vergonzosas pruebas piloto en 2023 y las tres funcionaron sin el más mínimo problema. ¿Cuál es entonces la cuestión técnica que hay que resolver? Distintos analistas lo tienen claro: el problema es que no se acepta el paso de mercancías a través de la aduana porque sería de alguna manera reconocer la sobernía española sobre el territorio. ¿Cómo se pretende solventar esta cuestión para que parezca que Marruecos sí cumple su palabra? Creando un grupo de trabajo cuyo objetivo es establecer qué tipo de productos pueden o no pasar por la frontera; o sea, establecer una normativa especial y singular que le salve la cara a los marroquíes en sus ansías anexionistas sobre territorio español.

Pero siendo sinceros, Marruecos está jugando a lo que debe dentro de lo que es su política de desgaste de Melilla. Las responsabilidades no se deben dirigir a Rabat sino a España, a nuestro Gobierno, a Madrid, que es el que no pone las cosas en su sitio ni le para los pies a un Mohamed VI crecido desde que consiguió cambiar la posición española sobre el Sáhara.

 

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