“Yo veo bien que arreglen Melilla. Si las obras son para mejor, no me importa. Preferimos vender lo mínimo y ganar para poder pagar el alquiler y comer, siempre y cuando las obras no nos causen problemas”. En estos términos se expresa Yunaida desde su negocio de artículos para bebé.
Lo que más preocupa a esta comerciante es una falta de claridad en los proyectos a realizar en la zona. “Primero dijeron que esto iba a quedar peatonal. Luego, que hay que arreglar tuberías”. Ésa es la causa de la prolongada zanja que se ha abierto ante su local.
“¿Qué va a pasar si llueve mucho una noche y entra el agua a mi tienda? Voy a tener que venir aquí de madrugada a sacar el agua?”, inquiere.
“Nos deberían compensar con algo”, continúa Yunaida. “Los meses de octubre, noviembre y diciembre son buenos para las ventas. Pero enero, febrero y marzo no lo son, y tenemos que tirar de las ganancias de los meses anteriores. No veo lógico que no nos compensen con nada”, argumenta esta comerciante.
El trabajo de los operarios dura en paralelo con la jornada laboral de los comercios. “Yo llego aquí sobre las nueve y media y ya están. Por la tarde se quedan hasta las ocho. Trabajan mucho y muy bien, por eso espero que las obras no duren hasta más allá de enero”, señala Yunaida.
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