La plaza de las Culturas ha sido el lugar elegido para acoger durante estos meses un tiovivo con capacidad para sesenta personas que ha conseguido despertar la ilusión de los niños de la ciudad.
Si hay una atracción que no pase de moda a pesar de los años y que siga entusiasmando a los más pequeños es sin duda el tiovivo. El carrusel, que según los datos conocidos apareció por primera vez alrededor del año 500 aunque no se puso de moda has mucho tiempo después, es una de esas diversiones que han entretenido a distintas generaciones sin necesidad de cambios sustanciales. La plaza de las Culturas era ayer una muestra de ello con decenas de niños descubriendo la emoción de subir sobre un caballito de madera con el que recorrer un espacio infinito o de convertirse en príncipes y princesas en el interior de una carroza.
Alfredo Serna llegaba la pasada semana a la ciudad con la intención de montar en esta plaza una de sus atracciones más preciadas, un carrusel de dos plantas, fabricado en Italia y que mantiene en cada detalle la estética de los tiovivos del siglo XIX. El empresario, que tuvo el mismo tiovivo instalado en Madrid durante un año, asegura que es la “joya” de sus atracciones.
Tras dos días de montaje , en el que participaron seis personas, el sábado comenzaban a girar los caballos y las carrozas, aunque la lluvia aguó la fiesta a los niños y al propietario.
Sin embargo ayer el sol radiante con el que despertaba Melilla animó a muchos a salir a la calle a disfrutar de un paseo por la playa y del buen tiempo en alguna de sus placetas. En la de las Culturas además del sol, la recién estrenada atracción llamó la atención de los más pequeños que hacían cola a primera hora del mediodía para girar acompañados de sus padres y abuelos, que no perdieron ni un momento de vista la expresión de ilusión y alegría en las caras de los niños.
A partir de ahora y al menos durante los próximos cuatro meses, por un euro, jinetes y princesas pueden viajar durante unos minutos cualquier día de la semana. El carrusel está abierto desde las once de la mañana aproximadamente hasta las dos de la tarde y vuelve a ponerse en marcha sobre las 16.30 horas, para que un máximo de sesenta pasajeros puedan girar sobre él.
Según explica su dueño, la idea de traer la atracción surgió en la pasada feria cuando el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz, les comentó la intención de traer a la ciudad un carrusel y en unos meses la idea se ha convertido en una realidad.
La previsión, apunta Serna, es que el tiovivo esté instalado en la plaza de las Culturas hasta el mes de febrero, aunque señala también que “si funciona bien podrían quedarse más tiempo”.
No obstante, el tiovivo no es la única nueva atracción instalada en la plaza. Hasta allí ha llegado también, de la mano de los mismos empresarios alicantinos, el tirachinas. Una atracción en la que los pasajeros están sujetos por arnés a una estructura y caen suspendidos sobre camas elásticas en las que pueden saltar. Aquí no solo los pequeños disfrutan de la diversión sino que los mayores también podrán probar lo que se siente, suspendidos en el aire, entre salto y salto.
Las nuevas atracciones se presenta así como una alternativa de ocio a tener en cuenta, especialmente en días soleados como el de ayer, en los que parece que