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“Un verano sin Colonias, es un verano vacío”

“Un verano sin Colonias de Cáritas, es un verano vacío”. Así lo destaca Mohamed Ouchani. Es el responsable de las colonias en esta segunda quincena en el centro de las Religiosas de María Inmaculada. Él fue un niño de colonias. Comenzó a los tres años y cuando creció llamó a la puerta del centro para incorporarse como monitor. Han seguido pasando los años y ahora es coordinador de uno de los proyectos que más amaba cuando era niño. Por ello, no se imagina un verano sin colonias.

“Es muy gratificante. Es bonito devolver lo que me han aportado las colonias”.

El día en las colonias comienza con un desayuno. Luego reparten los estuches con los peines y los cepillos de dientes porque es importante inculcar en los pequeños hábitos de higiene. Luego se van a la playa o se van de visita a alguna institución. La comida la hacen el comedor del colegio Enrique Soler y luego toca volver al Monte María Cristina para una ducha y cambiarse la ropa. “La única diferencia con un campamento es que no duermen en el centro”, afirma.

Ouchani remarca que las colonias se pueden hacer gracias a Cáritas y la colaboración de las Religiosas de María Inmaculada, así como de los voluntarios que vienen de fuera de Melilla para invertir su tiempo en este voluntariado.

La convivencia con los foráneos es al inicio más tímida porque da más reparo vivir con gente que no se conoce, afirma, pero a las pocas horas esa relación se convierte en algo bonito porque conoces a otras personas y sus lugares de origen. “Es muy gratificante”.

“Cuando yo era niño esto era lo mejor del verano. Yo no dormía la noche anterior pensando en el campamento. Lo triste es cuando llega el último día y toca despedirse. Es duro tanto para los niños como para los monitores”, añade.

Más actividades

Luis Llena es el coordinador del campo de trabajo de las Religiosas de María Inmaculada. Además de absorber una parte de los campamentos de Cáritas, las hermanas realizan otras muchas actividades para poder llegar al mayor número de niños a los que ofrecer un verano diferente.

El campo de trabajo lleva más de 20 años, destaca Llena, que indicó que las religiosas organizan esta actividad que consiste, sobre todo, en que los jóvenes conozcan la realidad de Melilla. Cuenta con tres líneas, como son las Colonias de Cáritas, las actividades para los niños del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y la última son los talleres y las actividades de deporte para otro colectivo de niños del Monte María Cristina.

El campo de trabajo se ha dividido en dos quincenas y en cada una de ellas ha habido 35 personas que vienen de la península y a las que hay que sumar los voluntarios de Melilla.

Llena es profesor y asegura que para entender por qué vienen a Melilla 35 jóvenes de la península para pasar 15 días de su verano haciendo actividades hay que comprender que los chicos son mucho más de lo que se piensa de ellos o de lo que se puede transmitir a través de los medios de comunicación. “Hay muchos jóvenes con valores, que se interrogan sobre sus vidas y se cuestionan. Son capaces de dar parte de su tiempo y su verano por hacer un trabajo solidario”.

El objetivo del campo de trabajo, añadió Llena, es conocer la realidad de Melilla. Explica que desde la península se ignora la mezcla cultural de la ciudad y “los jóvenes se llevan una experiencia buena y los adultos también nos llevamos una experiencia que nos marca”.

Marca tu vida

El coordinador del campo de trabajo comenta que todos los chicos voluntarios duermen juntos en una gran habitación con literas y la convivencia la llevan bien porque casi no tienen tiempo ni de descansar. Eso sí, a diario se hace una valoración de cómo ha ido la jornada y explican cómo lo han vivido y qué han sentido.

La sensación que se llevan estos jóvenes, indicó Llena, tras pasar por el campo de trabajo es que “es una experiencia que les va a marcar su visión sobre muchas cosas que desconocían, por ejemplo, sobre el islam o la inmigración”.

Los voluntarios

Sara es una de las chicas que estos 15 días ha estado en el centro de María Inmaculada colaborando con las Colonias de Cáritas. Conoció el voluntariado a través de una amiga. Le gustó el proyecto y vino a la ciudad. “Jugamos con ellos e intentamos que se olviden de los problemas que tienen en casa”. Esta joven afirma que está feliz de haber venido a colaborar con las Religiosas de María Inmaculada. “Me da mucha pena irme, la verdad. Quiero volver. No me hago la idea que después de estar dos semanas viéndolos cada día no volver a verlos nunca”.

Otro joven que ha estado en Melilla estos días es Jordi. Es de Barcelona y conoció el proyecto a través de un grupo de scout. Yo estoy en la parte de deportes y nos dedicamos sobre todo a cansarlos y a que se olviden de los problemas que tienen en casa”. Destaca que ha estado aquí dos semanas y le da pena irse. “Nosotros le hemos dado todo lo que hemos pido y hemos recibido mucho más de ellos”.

Por su parte, María, otra joven que vino de Jaen, conoció el proyecto de voluntariado en la residencia de las Religiosas de María Inmaculada de Córdoba, donde está estudiando. “Los niños son muy cariñosos, aunque algunos dan más trabajillo que otros”. Afirma que han estado haciendo todo tipo de actividades, desde ir de excursión a los pinos a la Comandancia o hacer gymkanas en la plaza multifuncional, además de disfrutar de la playa con ellos. “Melilla me ha gustado. Estar con los niños me ha enseñado a ser más paciente y me llevo una buena experiencia”, añade.

Nieves es otra monitora. Estudia trabajo social y siempre ha querido hacer un voluntariado. “Me ha gustado mucho la experiencia. Todo el mundo debería venir. Llegas con una idea y te vas con otra. Te enriquece mucho estar con los niños. Te llevas más de lo que tú aportas. Te abre mucho la mente. Estar en contacto con personas vulnerables te hace valorar las cosas que realmente son importantes en la vida”.

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