Editorial

Un vandalismo insoportable

Este largo fin de semana la ciudad ha lucido más bonita que habitualmente: hemos visto de nuevo el programa ‘Melilla en flor’ por distintas calles del centro y es una alegría pasear entre ese derroche de creatividad de los ejecutores de los motivos florales, concretamente la empresa Talher S.A., que embellecen nuestro entorno.

Sin embargo, los melillenses hemos vuelto a asistir a unos actos vandálicos que se han convertido ya en algo habitual pero no por ello menos insoportable. Parece que a esos individuos no les gusta que Melilla avance, que luzca más hermosa, que incorpore nuevos elementos para el disfrute de los ciudadanos o que les hagan la vida más fácil, como el mobiliario urbano.

Todo hay que destruirlo, todo hay que vandalizarlo y no hay ni una sola razón que justifique esas acciones que hacen daño a todos y a la propia imagen melillense. ¿Qué ganan estos vándalos con sus acciones? ¿A quiénes benefician con sus destrozos? ¿Por qué hay que romperlo todo?

Es frustrante que Melilla tenga que sufrir esta lacra y que no haya manera humana de evitarla. Destrozan papeleras, señales de tráfico, bancos, jardines, contenedores, pintan estatuas… Y, desgraciadamente, con ‘Melilla en flor’ no iba a ser diferente.

Acabar con ese vandalismo es, indudablemente, cosa de educación, de valores, y esos se enseñan desde la más tierna infancia en el hogar de cada familia. Es muy necesario que instruyamos a los niños en el respeto a lo que es común de todos, a salvaguardar el patrimonio público. Tienen que saber que acciones de vandalismo conllevan consecuencias y responsabilidades poco deseables porque de lo contrario, Melilla será una ciudad invivible y asalvajada, que espantará a los propios ciudadanos.

No se puede consentir que algo tan espectacular como ‘Melilla en flor’ sufra las acciones de estos indeseables cuando es algo que quiere hacernos la vida más agradable. Hay ciudades españolas donde se celebra este tipo de exposiciones urbanas y duran hasta un mes sin padecer el más mínimo daño. ¿Por qué aquí no puede ser igual?

Es muy triste comprobar el poco aprecio que existe por la conservación de lo que es de todos y para todos. Es evidente que no se puede poner un policía detrás de cada melillense para controlar sus actos, pero quizás sería recomendable que extremaran la atención sobre los actos de vandalismo que se producen mientras las familias se conciencian de la obligación que tienen de educar a sus hijos en los valores de civismo.

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