No, no vamos a hablar del trato que nos dispensan en los aeropuertos de Málaga y Almería, en los que se confunden nuestros objetos personales con mercancía de compra y venta ,para volver a someterlos a un control aduanero tras haber pasado el mismo a la salida de Melilla. Y todo ello con el consiguiente perjuicio de un trato como ciudadanos no comunitarios, a pesar de nuestra pertenencia a la UE. No, vamos a hablar del calvario que está padeciendo la familia del menor Juan Francisco Díaz Faus, que sólo con su tesón y empeño logró suplir la aparente desidia de un sistema sanitario dispuesto a no prestar a un niño de once años la asistencia hospitalaria que precisaba. Si su traslado al ‘Materno Infantil’ costó denuncias a la familia del menor para que se llevara a efecto, otro tanto está sucediendo con su urgente rehabilitación, que al final está llevando a cabo un fisioterapeuta privado a costa del peculio de la misma familia. Y por qué, pues porque al parecer lo que sí es urgente para un Hospital en Málaga no lo es para Melilla, donde además se dice que no hay servicio de rehabilitación para menores. El INGESA debe pronunciarse.