El terrible suceso del pasado domingo que tuvo como escenario el puerto de Almería da lugar a una doble reflexión. Por un lado, desde el punto de vista humanitario, es evidente que la inmigración ilegal es un problema que está lejos de quedar resuelto. Así se pudo constatar también el domingo en las proximidades de Ceuta, a la que pretendían acceder a nado cuatro subsaharianos desde Marruecos que fallecieron ahogados.
Desgraciadamente, no hay ningún indicio de que estas cinco muertes vayan a ser las últimas relacionadas con el drama de la inmigración ilegal. Sin embargo, estas tragedias no pueden ni deben ocultar otro problema muy grave relacionado con la seguridad en nuestros puestos fronterizos y en los accesos a medios de transporte en los que cada uno de los pasajeros y todas las mercancías y objetos que éstos portan deben ser supervisados por los agentes de la autoridad. El caso del inmigrante fallecido en Almería tras embarcar en el ferry que partió desde nuestra ciudad demuestra que es necesario mejorar la vigilancia, tanto en la frontera como en el control de entrada a los barcos que unen Melilla con la península.
Desde la compañía Trasmediterránea, en uno de cuyos buques (el ‘Sorolla’) ocurrió el trágico suceso, se ha recordado que ningún pasajero puede acceder a la bodega donde permanecen estacionados los vehículos durante la travesía. Sólo en casos excepcionales y acompañado por un miembro de la tripulación es posible que un pasajero llegue hasta donde se encuentran los automóviles mientras el barco está navegando. Los propietarios de los vehículo únicamente acceden a éstos cuando el buque se acerca al puerto de llegada y son avisados para que se preparen para el desembarque.
Nadie accedió a la bodega del ‘Sorolla’ el pasado domingo durante la travesía. Por lo tanto, es lógico pensar que el vehículo embarcó transportando la maleta en cuyo interior se encontraba el inmigrante, que no fue detectado y que acabó falleciendo. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Por qué fallaron las medidas de control y seguridad en el embarque? ¿Qué aspectos es necesario reforzar para que no se vuelvan a repetir casos como éste?
A estas preguntas, entre otras, deben responder los máximos responsables de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que son los encargados de garantizar que no hay individuos peligrosos, buscados por la Justicia, sin identificar o polizones entre el pasaje y que en la bodega de los barcos no hay vehículos que transporten sustancias ilegales o que supongan un riesgo para el normal desarrollo de la travesía.
Ayer, el subdelegado del Gobierno en Almería, Andrés García Lorca, aseguraba que “cada vez es más difícil (la entrada de inmigrantes ilegales en España) debido a que los controles que existen en los sistemas portuarios y aeroportuarios son más rigurosos”. Desgraciadamente, a pesar de las palabras de García Lorca, esos controles no son infalibles y necesitan ser mejorados, como queda demostrado tras el trágico suceso del pasado domingo.
Por su parte, el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, también defendió los controles de seguridad que se efectúan en las fronteras terrestres, marítimas y aéreas. Sin embargo, no dijo una sola palabra sobre la conveniencia de analizar los posibles fallos en el control de acceso de vehículos a los barcos para evitar que vuelva a suceder un caso similar.
Ni la muerte del marroquí fallecido en Almería será la última relacionada con la inmigración ilegal, ni ese suceso servirá para intentar mejorar la seguridad en los barcos. Así se deduce de las palabras del subdelegado del Gobierno en Almería y del delegado en Melilla.
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