Los musulmanes melillenses se hallan inmersos en pleno mes sagrado del Ramadán, período de ayuno que este año se hace más difícil que otras veces por el cierre de la frontera.
Superados los dos años de limitaciones en los contactos entre personas, los fieles se encuentran con el handicap de no poder cruzar a Marruecos, donde habitualmente hacían sus compras y se reunían con la familia para celebrar juntos la ruptura de las largas horas sin comer para cumplir el precepto.
Sobre el tema de la frontera persiste la confusión. Marruecos insiste en que abrirá Beni-Enzar a las tres de la madrugada (hora española) de hoy jueves, mientras España afirma que no hay fecha definida para autorizar de nuevo el paso entre los dos países. De hecho, nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad no tienen noticias de que deban incorporarse al trabajo en la frontera ni tampoco parece que las instalaciones estén a punto para ello.
El caso es que los musulmanes siguen adelante con un Ramadán marcado no sólo por la frontera sino también por el aumento de los precios. Melilla ha registrado una inflación del 9.2%, manteniéndose a duras penas por debajo de la media nacional, que roza el 10%. Es decir, los melillenses han perdido un 9.2% de poder adquisitivo con lo cual se compran menos cosas por la misma cantidad de dinero que hace unos meses.
Y eso repercute directamente en los bolsillos de todos. Es habitual que los musulmanes realicen compras extraordinarias en el transcurso del Ramadán. Lo normal es que se utilicen más productos frescos para la elaboración de los platos típicos de este mes sagrado, como la harira, y son esos productos frescos los que están registrando un precio más elevado.
Así que estas fechas de Ramadán no están siendo nada fáciles para los musulmanes de Melilla, muchísimos de los cuales tienen familia en Marruecos. Por eso no es extraño que haya quien hable de "impaciencia" por la apertura de la frontera. Se conocen cientos de casos de personas que no ven a sus padres o sus hermanos hace ya más de dos años y por eso no se trata únicamente de permitir el cruce de mercancías entre países sino de una cuestión sentimental que va mucho más allá de las cuestiones materiales.
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