El presidente Juan José Imbroda no pecó ayer de falsa modestia durante su discurso con motivo del galardón concedido por el Ejército a la ciudad. Aseguró que la Distinción Especial de los Premios Ejército 2012 era “absolutamente merecida” ya que se reconoce la vinculación diaria de los melillenses con sus Fuerzas Armadas. También explicó que en esta ciudad se vive, se siente y se quiere a su Ejército. La historia de Melilla y los militares está tan entrelazada hasta el extremo de que no es posible explicar la existencia de la ciudad sin el Ejército y el protagonismo que éste ha tenido en determinados momentos decisivos de su pasado.
Lo militar está dentro del alma de los melillenses. Para comprobarlo basta con recordar la acogida que tuvieron los actos organizados con motivo del pasado Día de las Fuerzas Armadas, una aceptación que se repite fielmente cada año y que refuerza los lazos de los ciudadanos de esta tierra con el Ejército.
Por todo ello, no sorprende que el presidente Imbroda calificara como un galardón merecido el premio con el que se reconocen los vínculos y el respeto que sienten los melillenses por sus Fuerzas Armadas. Saben los ciudadanos y los militares que pueden buscar el apoyo mutuo en los momentos difíciles, como cuando llegó la noticia del atentado en Afganistán que hirió de gravedad al teniente melillense Agustín Gras. Este militar también asistió ayer a la entrega de los Premios Ejército 2012. De hecho fue quien entregó el galardón al presidente Imbroda, un reconocimiento del que el propio Agustín Gras, como el resto de los militares, también es destinatario puesto que los miembros de las Fuerzas Armadas son una parte insustituible de Melilla.
Ayer, en Madrid, sobre el escenario de Ifema, se vivió un nuevo capítulo de la entrañable historia de respeto y admiración que desde hace años mantienen los ciudadanos de esta tierra, unos civiles y otros militares, pero ambos melillenses.