Este forense alternativo dice que los datos de la autopsia no son concluyentes, si bien el informe oficial dice lo contrario.
A pesar de que el pasado lunes, los forenses que realizaron el informe de la autopsia aseguraron que el bebé nació vivo, respiró y murió por asfixia, un perito alternativo aseguró ayer en el juicio que los datos de la autopsia no son concluyentes y mucho menos suficientes para hacer afirmaciones “tan drásticas”. Este facultativo, ya jubilado tras una amplia trayectoria profesional, elaboró un informe a petición de la abogada defensora de Leila Escofet, quien está acusada de un delito de asesinato por la muerte de su hija en diciembre de 2012. El perito duda de que el bebé naciera vivo y asegura que si lo hizo, fue por poco tiempo.
Dijo creer que el bebé pudo fallecer en el momento del parto y a causa de las diversas hemorragias internas que tenía, como se vio en la autopsia. Añadió que la intervención médica, en este caso, sería “inoperante”.
Este forense dudó también de que la recién nacida muriera por “anoxia mecánica”, es decir, asfixia provocada por alguna causa externa. Argumentó que en este tipo de asfixias se producen unas manchas llamadas “esquimiosis de Tardié”. Estas manchas son consecuencia de los esfuerzos de una persona viva por respirar, pero en el caso del bebé, en el informe forense oficial no consta este tipo de señales, por lo que el perito estima que no existían.
Las hemorragias internas que el bebé presentaba en el cerebro, la faringe y otras vísceras son, para este forense, incompatibles con la vida, dada la gravedad de las mismas. Dijo creer que éstas se produjeron bien por sufrimiento fetal o por el traumatismo propio del alumbramiento, es decir, el paso del feto por el canal del parto.
Sobre el hecho de que el bebé respirara, conclusión a la que llegan los forenses oficiales por la expansión pulmonar parcial apreciada en la autopsia, este perito alternativo también duda de esta afirmación “tan drástica”. Explicó que los datos de las pruebas forenses realizadas al cadáver “no permiten concluir que el bebé respiró”. La expansión pulmonar fue tan débil, según argumentó, que la recién nacida pudo hacer el intento de respirar, pero también los movimientos intrauterinos en el momento del alumbramiento pudieron causar esa expansión.
El hecho de que los pulmones al ser sumergidos en agua, prueba llamada “docimasia clásica”, flotaran pudieron deberse a los gases que se generan por un estado de putrefacción del cuerpo y los órganos. Este perito recordó que la autopsia se hizo seis días después del nacimiento y muerte, y el cadáver ya habría iniciado la fase de descomposición.
Este forense también negó que la presencia de “flora habitual” en los pulmones evidencie que el bebé respiró, pues este tipo de flora, es decir, bacterias que el recién nacido adquiere de la madre al respirar, solamente se encuentran en las vías altas del sistema respiratorio, esto es, nariz, faringe, laringe y tráquea. Todos estos órganos actúan de filtro que impide, en cualquier ser humano, que las bacterias lleguen a los pulmones, aseguró.
Las muestras del cadáver, al microscopio
Las explicaciones de una de las facultativas del servicio de Histopatología que analizó muestras del bebé afirmó que éste comenzó a respirar tras el parto, pero desconoce cuánto tiempo y qué causó que la recién nacida no continuara respirando.
Al contrario que lo afirmado por el perito alternativo, esta facultativa destacó que la expansión pulmonar parcial se diera dentro del útero y que el escaso aire existente en los pulmones del bebé estuvieran causados por la putrefacción. Esta forense indicó que en los análisis histopatológicos, es decir, el examen al microscopio de las muestras de las vísceras los signos de putrefacción se ven “inmediatamente”. Esto no ocurrió en el caso del bebé al que dio a luz Leila Escofet.
Por otra parte, el ginecólogo que atendió a Leila Escofet en Urgencias explicó que había dado a luz a un feto de al menos ocho meses, que le provocó a la joven el desgarro perineal. También indicó que la joven parturienta negaba el embarazo y el parto. Su compañera del hospital, también ginecóloga, precisó que un sufrimiento fetal no provoca la muerte del bebé.