Reflejar con precisión el sustancioso mensaje de una conferencia repleta de análisis y reflexiones como la que ayer el presidente Imbroda pronunció en Madrid ante un foro de personalidades de prestigio, entre las que destacaban importantes figuras de la política nacional española, de nuestra economía y sector de negocios, y del estamento de la prensa y medios de comunicación, no es fácil. Es el trabajo del periodista pero es también un ejercicio de selección entre aquello que se considera más importante, nuevo y relevante para nuestra propia población.
En tal sentido, me he permitido no destacar algunos detalles más anecdóticos o previsibles -como los agradecimientos con que Imbroda correspondió a los previos que le dirigió Rajoy-, para centrarme en la esencia de un análisis que pone de manifiesto los riesgos de fractura social en nuestra tierra, que aborda de forma franca nuestras aspiraciones frente a Marruecos y que realizan una apuesta de futuro respecto de la ciudad que debemos construir en todos los ámbitos, empezando por el de nuestra representación política, si queremos ser consecuentes con nuestra multiculturalidad o pluriculturalidad si así lo prefieren.
De todo lo dicho ayer por Imbroda destacaría varias cosas: La primera, la franqueza y crudeza con que trasmitió, sin derrotismo alguno, más bien con convicción de futuro, las debilidades y fortalezas de nuestra realidad actual.
La segunda, su apuesta clara por tender una mano a Marruecos y su confianza, creí deducir, en el proceso de democratización del vecino país iniciado por el rey Mohamed VI, con vistas a un nuevo escenario de progreso que revierta en prosperidad para todo el reino alauita pero también para nuestras relaciones fronterizas.
En tercer lugar, su reconocimiento claro a favor de unas instituciones públicas y políticas locales en la que la representación de la realidad social de Melilla esté en correspondencia lo más equitativamente posible con el peso de las distintas comunidades que conforman nuestra sociedad. Una ciudad, en suma, que avance en igualdad en todos los órdenes y que haga más iguales en todos los órdenes también a todos los melillenses.
El compromiso es claro y hasta ahora jamás había escuchado al presidente de la Ciudad referirse en tales términos al Rey de Marruecos, a la necesidad de lograr más representación política para la comunidad musulmana tras las próximas elecciones, o el afán por corregir los desequilibrios que se ceban en mayor medida en la juventud de origen amazigh o bereber.
Hablo de lo novedoso, de la esencia de un mensaje que otros que se dicen más progresistas no han sido aún capaces de realizar. Sobra decir, si me lo permiten, que la conferencia, de unos 25 minutos como digo, fue mucho más allá y planteó muchas otras cosas, para introducir a los presentes en la realidad de una tierra, la nuestra, de historia incardinada en la historia nacional pero también muy singular por su propio devenir.
Imbroda fue muy prudente también y no entró al trapo en las preguntas que se le plantearon. Fue claro al romper una lanza a favor de los españoles de origen bereber y religión musulmana de los que tanto se recela desde algunos sectores al valorar su presencia en el Ejército y su fidelidad al mismo en caso de posibles conflicto no ya con nuestros vecinos marroquíes –lo que a priori resulta del todo impensable- sino en lugares de mayoría musulmana como muchos de los países a los que acuden en comisión de servicio.
Fue igualmente claro al desterrar cualquier percepción de promarroquineidad en la población melillense bereber o en los cargos electos de origen amazigh.
Fue contundente también en la exposición de los riesgos de futuro y en las críticas a un Gobierno, el de Zapatero, que no quiso tachar de “cobarde” como se le propuso en algunas de las preguntas, pero sí de “incompetente” en la defensa de nuestros intereses.
Fue su discurso un paso más allá en lo que se ha venido oyendo hasta ahora desde las tribunas a las que tienen acceso nuestros políticos. Una exposición de la realidad que abre una nueva etapa para interiorizar la realidad melillense sin complejos ni tabúes.
Le aplaudí sin dudarlo cuando terminó porque también he expuesto muchas veces desde esta tribuna periodística a la que tanto me dedico muchas de esas ideas, las he defendido y lo seguiré haciendo porque otra Melilla, creo, realmente nunca será posible. Todos en esta ciudad debemos ser de verdad más iguales y desde el poder político hay que decirlo, asumirlo, actuar en consecuencia y pedir compromiso y apoyo a todas las instituciones de nuestro país con el afán de lograrlo realmente.
Muy bien por tanto por el Forum Nueva Economía que ayer reunió, entre otros, a lo más granado del PP actual, desde Mariano Rajoy hasta Dolores de Cospedal, González Pons o Alberto Ruiz Gallardón, además de Manuel Fraga, Ana Botella y muchos hombres de negocios y destacados representantes de nuestra economía nacional.
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