El Ministerio de Sanidad ha nombrado a una nueva responsable de Ingesa, Isabel Muñoz, en sustitución de la nefasta Belén Hernando bajo cuya gestión los melillenses han retrocedido varias casillas en lo que a recibir una buena prestación sanitaria pública se refiere. No es que antes las cosas fueran a las mil maravillas, porque no es verdad, pero al menos no teníamos a todo el colectivo médico en pie de guerra ni estas listas de espera insoportables y tercermundistas que nos regala el Estado.
El cambio al frente de Ingesa ha sido aplaudido por el Colegio de Médicos y recibido con esperanza por el sindicato que reúne a los facultativos melillenses. A la población, sin embargo, no le ha provocado más que el escepticismo propio de quien no da un euro por una mejora real y efectiva de los recursos sanitarios de la ciudad.
No hay un solo dato que nos permita considerar la oportunidad de soluciones a los problemas, que no son pocos y que empiezan desde los propios sanitarios hasta las dependencias en las que tienen que trabajar. Sin ir más lejos, una lectora comentaba que durante su estancia en urgencia, donde estuvo más de dos horas para ser atendida por un médico, la llevaron a una sala para ponerle un suero y en la que el facultativo pasaba consulta.
Es decir, esta melillense se enteró de todas las dolencias, nombres y apellidos de las personas que eran allí atendidas, datos que deben estar protegidos según marca la legislación vigente. Sin embargo, parece que esas leyes no han llegado todavía a Melilla, posiblemente el único lugar de España donde se llama a gritos a los pacientes que esperan turno en vez de disponer del sistema de números que sí existe en cualquier punto del país.
La Sanidad es tercermundista en esta ciudad y lo es desde aspectos que parecen tan pequeños como éste del sistema de llamamiento, hasta otros realmente preocupantes como es que se tengan que esperar meses y meses para obtener una cita con el especialista o años para una intervención quirúrgica. Ello, sin contar con una Atención Primaria bajo mínimos que provoca retrasos injustificables para obtener un simple diagnóstico en función de un análisis de sangre.
El hecho cierto es que esta nueva directora general de Ingesa puede tener toda la voluntad del mundo para reunirse con los médicos y ver los conflictos, de arreglar las cosas y hacer una buena gestión de su área. A priori nadie va a dudar de que así sea.
Lo que sí plantea muchos interrogantes es si el Ministerio va a poner sobre la mesa los recursos necesarios para que la Sanidad pública en Melilla entre en una vía de solución. Eso se llama poner dinero, partidas presupuestarias dirigidas a mejorar la red, tanto de centros como de profesionales. Y ahí es por donde seguramente todo falle.
El Gobierno ha decidido que este año 2024 no tendrá presupuestos y que se prorrogarán los de 2023, lo cual lleva a pensar en la imposibilidad de hacer nuevas inversiones si éstas no estaban contempladas en el documento presupuestario del pasado año. Sin partidas económicas no hay nada que hacer por mucha fuerza de voluntad que se tenga y eso, mucho nos tememos, sea uno de los principales handicap que tendrá la nueva responsable de Ingesa en su caminar.
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