Abdelkader Hadi Hamedi lleva 12 años trabajando para la empresa adjudicataria del servicio de limpieza viaria de Melilla. Con su sueldo de operario ha conseguido que sus dos hijas tengan carreras universitarias. Una de ellas, está ahora estudiando en Barcelona.
A su edad y con su familia encaminada, Abdelkader Hadi Hamedi no quiere pasar por alto las injusticias que ve a su alrededor. Por eso se acercó a El Faro a denunciar supuesto acoso y sanciones por parte de dos sujetos que él entiende que empañan el prestigio de su empresa.
Según explica, el jefe de servicio y el subdelegado en Melilla han hecho que ir a trabajar se convierta en "un infierno". Y pone de ejemplo el caso de un compañero que tiene incontinencia urinaria diagnosticada y papeles médicos que lo certifica y que hasta hace poco tenía asignada la limpieza del Tiro Nacional, donde además, tiene su casa.
Su zona la mantenía limpia, según Abdelkader Hadi, pero se veía obligado a ir cada cierto tiempo a su vivienda a orinar. Ahora lo han cambiado a otro distrito, sin motivo aparente, porque su trabajo está bien hecho y cuando pregunta dónde hace entonces sus necesidades, le sugieren que las haga en la calle.
No es un caso aislado. Le pasa también, siempre según este testimonio, a otros trabajadores que han ido a llevar certificados médicos porque tienen problemas de salud y no pueden hacer fuerza y al día siguiente los ponen a cargar lavadoras.
Así retrata Abdelkader Hadi el "clima de humillación", que nunca antes se había vivido en la empresa.
"Estos dos personajes no solo están provocando daños al personal, sino que, además, están causando un daño irreparable a la reputación de la empresa", señala en declaraciones a El Faro, con el ánimo de encontrar apoyo por parte del Gobierno local.
"No caben evasivas ante estos abusos", insiste, pese a reconocer que ya se pusieron en contacto con los sindicatos y estos han mirado para otro lado.
"La indignación es general entre capataces y operarios", añade Abdelkader Hadi en alusión a que estos dos directivos no tienen en cuenta si el trabajo está bien hecho o si hay trabajadores con hernias discales o problemas de riñón. "Les da igual y los mandan a recoger sacos de escombros y cosas pesadas".
Eso ha creado un mal ambiente de trabajo que asfixia a la plantilla. "No puede ser que sus actos no tengan consecuencias porque hay gente que lleva en la empresa desde antes de que ellos nacieran. Un niño de 28 años no puede humillar a un trabajador de 62 y 63 años que no puede marcharse y dejar su trabajo", concluye.
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