Opinión

Un mecenas para el colegio Juan Caro, de Melilla

Se llama Carlos Jiménez Piernas, es melillense, catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de Alcalá, en Madrid, y estará este martes en la ciudad para formar parte del Comité de Seguimiento para la concesión de dos becas estudiantiles de 500 euros cada una que él pagará de su bolsillo.

Con esta ayuda quiere premiar a dos estudiantes del colegio Juan Caro que pasen a la ESO en el IES Rusadir. Las becas las mantendrá durante los cuatro años de la Enseñanza Secundaria Obligatoria y tiene en mente subvencionar los estudios de otros dos estudiantes el curso que viene. Digamos que es su particular cuerpo a cuerpo contra el fracaso escolar y, en el fondo, la esperanza de que en este país vuelva a funcionar el ascensor social.

Este tipo de gestos altruistas son muy comunes en Estados Unidos, pero en España da la impresión de que el mecenazgo es cosa de grandes empresas o de fundaciones a las que les sale rentable ayudar porque esa colaboración viene aparejada de desgravaciones de Hacienda.

En el caso de los 1.000 euros que Carlos Jiménez donará este año a dos alumnos del Juan Caro, que aún no han sido elegidos, no hay desgravación posible. Es una donación a título personal y por motivos personales.

El caso es que el padre del catedrático Carlos Jiménez Piernas fue profesor del antiguo colegio García Valiño, inaugurado en 1942, en la zona donde hoy está el centro de salud de Cabrerizas. Con el tiempo, cambió de emplazamiento y se convirtió en el centro público Juan Caro. Pasó de ser un colegio de niños cristianos a un colegio con una mayoría abrumadora de alumnos de origen amazigh.

Da la casualidad de que el actual director del Juan Caro fue alumno del centro y conoció al padre de Carlos Jiménez, que en su época fue maestro republicano del García Valiño.

En declaraciones a El Faro, Jiménez se refiere al actual director del Juan Caro con un orgullo indisimulado. Le congratula saber que un estudiante de una familia humilde, hoy dirige la escuela en la que estudió de niño. "Eso significa que ha funcionado el ascensor social", comenta orgulloso.

El catedrático Jiménez Piernas llevaba tiempo con ganas de hacer algo por Melilla aunque Melilla no se ha fijado nunca en él. De hecho, él ha sido durante cuatro años y hasta septiembre de 2021, jefe de la Asesoría Jurídica Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores y tiene una exitosa carrera de la que nadie ha hablado en su ciudad natal. Pero eso no es importante para él. Con este gesto no busca el aplauso de la tierra donde también nacieron sus padres y donde casi nacen sus abuelos. Lo que le importa es aportar una modesta ayuda que seguramente significará mucho para los alumnos que la reciban porque además es compatible con otras subvenciones.

Aunque Jiménez Piernas no quiere que se sepa, sabemos que se inspiró en un amigo suyo que habitualmente colabora con el colegio mallorquín donde estudió, regalando lotes de libros a alumnos aventajados.

Ese ejemplo le metió el gusanillo dentro, sólo que el catedrático melillense tiene en mente no sólo ayudar a los más listos de la clase sino incluir también en la ecuación variables económicas. Quiere ayudar a quien lo necesita pese a que es consciente de que el actual sistema de educación pública reserva becas y subvenciones que se otorgan con mayor facilidad que las que él recuerda de su etapa de estudiante durante el franquismo. Aquello era severidad en estado puro.

El catedrático Jiménez Piernas es consciente de que en Melilla hay muchísimo abandono escolar. El año pasado, desde la Delegación del Gobierno lanzaron las campanas al vuelo y hablaron de bajada histórica porque la tasa de fracaso escolar se situó en un 10,5% , registrando un descenso de casi 13 puntos respecto al año 2020. Habrá que ver los números de este año para comprobar que no fue un efecto colateral del confinamiento obligado por la pandemia.

El caso es que él cuenta con que puede haber fracaso escolar, pero le gustaría que no fuera así porque cuando uno hace algo como lo que él quiere hacer aspira a que salga bien. "A mí me haría feliz", dice.

En el fondo, entra entre sus objetivos demostrar que no hace falta hacer grandes cosas sino intentar "que haya sociedad civil". Eso, en su opinión, no le hace daño a nadie".

¿Por qué ahora? Porque ahora sus circunstancias personales se lo permiten y sencillamente porque quiere hacerlo ahora y le apetece mucho que salga bien. Quiere ayudar "a alguien que merezca la pena".

Eso no lo decidirá él. Para eso se ha creado el Comité de Seguimiento que se reúne hoy entre las 11:00 y las 11:30 horas y en el que participarán, entre otros el director del Juan Caro y representantes de la Dirección Provincial de Educación.

El catedrático Jiménez Piernas confía "en el ojo clínico y buen criterio del equipo de Dirección" para elegir a los dos alumnos que se llevarán este año los 500 euros de beca para gastar en material escolar.  Su prioridad es que se tenga en cuenta la situación económica de los alumnos, aparte de la cuestión académica.

A pesar de que lleva años viviendo fuera, Carlos Jiménez, el melillense, no el catedrático, se emociona cuando dice: "Yo quiero a la ciudad". Y ésta es su forma de demostrarlo.

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