El centro Divina Infantita ofrece cobijo, ropa, comida y cariño a las pequeñas que llegan a la ciudad sin su familia. Esta entidad se fundó en Melilla en 1923 con el objeto de atender a los más necesitados.
Llegó de noche y sus ropas eran más bien harapos. Con los ojos llenos de lágrimas y sin entender nada de lo que le decían, se lavó y se puso un pijama limpio para dormir. Traía lo puesto, es decir, nada. El miedo ante lo desconocido le hizo estar ausente durante los primeros días, pero luego se fue dando cuenta de que ese lugar era su nuevo hogar. Un edificio lleno de niñas como ella en el que quizás encuentre la felicidad. Durante varios días, las hermanas le lavaron el pelo con un líquido especial, pues los piojos se podían ver corriendo por sus ropas el primer día que llegó al centro. Ahora, está recuperada físicamente, sonríe por los pasillos y reparte abrazos por doquier. Nadie sabe cuanto tiempo ha estado en la calle sin contar con la ayuda de un adulto ni las penalidades que ha tenido que pasar en su corta vida. Sigue sin entender bien el castellano, pero en unos meses lo dominará y podrá ponerse al día con los estudios. En Divina Infantita ha encontrado un lugar donde seguir siendo una niña.
Ésta es una de las cientos de historias que han conocido las religiosas Esclavas de Inmaculada Niña desde que en 1923 su fundador constituyera una misión en Melilla. Por aquel entonces atendían a los niños de los melillenses más pobres, los pequeños que habían perdido a sus padres en la guerra y los hijos de familias muy necesitadas que precisaban de un lugar mejor para vivir.
Hace unos 50 años, estas religiosas vivían de la caridad cristiana. Dos hermanas salían a la calle a diario pidiendo a los ciudadanos una ayuda y recogiendo los donativos que los melillenses se comprometían a darles cada mes. Incluso la Delegación del Gobierno les ayudaba con una asignación para que pudieran atender a los niños en este centro.
Un detalle que destacó la madre Manuela es que gracias al ex secretario de Delegación del Gobierno Francisco Avanzini, pudieron arreglar todo el edificio en el que viven ahora y ofrecer un hogar perfecto para las niñas a las que acogen.
Con el paso del tiempo y la creación de los Servicios Sociales esta entidad ha mejorado sus condiciones de vida. Ya no dependen de las donaciones caritativas, aunque siguen recibiendo ayudas de particulares que les llevan alimentos y ropa para las niñas que tienen acogidas.
El convenio que tienen firmado con la Consejería de Bienestar Social y Sanidad les permite atender sin problemas a estas pequeñas. Ellas acogen a niñas entre los cinco y los 18 años y les procuran todas las atenciones que necesitan, desde la ropa y las comidas al apoyo escolar.
Los horarios
¿Cómo es un día en Divina Infantita? Todo el mundo se levanta muy temprano para que dé tiempo de recoger el cuarto y bajar a desayunar antes de ir al colegio o al instituto. Las mayores salen antes del centro para ir a clases, pero las pequeñas asisten al colegio Reyes Católicos, que está justo enfrente. Así que acaban saliendo cinco minutos antes de que toque la sirena.
Muchas de estas niñas tienen dificultades en sus estudios. El principal problema es el idioma. Tardan en aprender el castellano y eso hace que lleven un retraso respecto al resto de sus compañeras, incluso en matemáticas, pues no siempre han tenido la oportunidad de ir antes a la escuela. Por ello, en Divina Infantita tienen a varias educadoras que se sientan por las tardes con ellas para ayudarles a hacer los deberes.
Cuando regresan del colegio o del instituto comen juntas y tienen un rato para descansar antes de asistir a las clases de costura. Tras la merienda, llegan las horas de estudio, la cena y el tiempo del baño. Se vuelven locas cuando les toca ir a la ducha, pues siempre hay alguna que se le olvida el champú y tiene que volver en toalla a la habitación a recogerlo y esas anécdotas que hacen que las niñas corran por los pasillos sin llevar el calzado puesto, aseguraron las hermanas, que temen que estas pequeñas cojan un resfriado.
Vuelven agradecidas
La madre Manuela explicó a El Faro que este verano recibió la visita de una de las niñas que cuidó cuando ella era joven. Aseguró que les da mucha alegría y satisfacción saber que aquellas pequeñas son ahora mujeres guapas que han conseguido sacar adelante sus propias familias. Incluso comentó que dos de las internas salieron vestidas de novia de este centro para ir a casarse con sus parejas.
Hay chicas que han crecido en esta institución y que vuelven de vez en cuando para saber cómo van las cosas por el centro. Muchas de ellas consiguen, a través de los cursos que organizan los sindicatos o los Programas de Cualificación Profesional Inicial, un trabajo que les permite ser independientes y labrarse un futuro.
Las hermanas comentaron que algunas de estas chicas han sido contratadas en el centro tras realizar los cursos de Técnico en Educación Infantil o como ayudantes de cocina.
Las niñas de Divina Infantita tienen el cariño, la comprensión y los consejos de las religiosas y todo lo que precisan para vivir. Pero si se pregunta a las hermanas, ellas aseguran que estas niñas lo que necesitan es una familia de verdad, es decir, un padre y una madre que las cuiden, las mimen y las ayuden todos los días de sus vidas. Aunque en Divina Infantita, las religiosas y todo el personal que trabaja en el centro intentan cubrir esta necesidad de cariño ofreciendo mucha comprensión y amor a estas pequeñas.