Ayer por la tarde Melilla vivió una persecución policial casi de película. Los agentes buscaron hasta interceptar a una pandilla de cinco jóvenes que habían tenido una pelea en el Paseo Marítimo, hiriendo con una botella de cristal rota a otro muchacho marroquí.
La trifulca, según fuentes policiales, comenzó en uno de los bancos de la playa, donde el agredido (que presentaba signos de embriaguez), comenzó a increpar a los sospechosos de la agresión, comenzando así una pelea observada por múltiples testigos en esta concurrida zona de la ciudad.
Después de los empujones e insultos, uno de los presuntos agresores detenidos rompió una botella de cerveza en dos y realizó con ella un profundo corte en el antebrazo del magrebí que comenzó el altercado, como confirmaron la Policía y diversos testigos presenciales.
Hasta el hueso
El chaval herido, como confirmó a este periódico el consejero de Seguridad Ciudadana, Isidoro González, “presentaba un corte muy grande, de hecho, se le podía ver hasta el hueso”.
El marroquí fue trasladado al momento al Hospital Comarcal, ya que parecía tener afectados por el corte uno o varios tendones.
Algunos de los testigos de este hecho fueron un grupo de menas (Menores Extranjeros No Acompañados), que dijeron conocer a varios de los sospechosos del centro de acogida de La Purísima.
Los cinco chavales, tras el incidente, se dieron a la fuga; pero la Policía fue alertada a tiempo y pudo localizarlos rápidamente.
Comenzó entonces una persecución que los llevó hacia el río de Oro a la altura del puente del Tesorillo, donde el grupúsculo se separó, intentando ocultarse entre los edificios aledaños.
Saltando las vallas, se intentaron esconder en el edificio de los sindicatos, en la Iglesia de San Francisco de Asís y en el Instituto Leopoldo Queipo.
Los agentes desplazados fueron deteniendo a los chavales, dos en los edificios y otro en el instituto; siendo interceptado por un policía que, junto con el chaval, cayó por la valla del centro escolar y hubo de ser atendido por un considerable corte en su pierna.
Huída por las alcantarillas
Los dos que quedaron, menores, saltaron al río. Un coche de Bomberos que pasaba por allí de servicio cedió una escalera para así continuar el seguimiento por el seco cauce.
Los chicos, asustados por la captura inminente, usaron una de las aberturas dispuestas en los márgenes para introducirse en el alcantarillado, donde pretendían dar esquinazo a los agentes que les venían siguiendo los talones.
En un primer momento lograron neutralizar a uno, y ya cuando ubicaron al segundo bajo la tapa de la alcantarilla situada en la rotonda de entrada al Tesorillo, la Policía instó al otro para que llamase a su compañero.
El menor restante fue ayudado a salir de las cloacas por policías y bomberos, para después ser detenido y trasladado a la Comisaría de la Policía Nacional para prestar declaración, como manda el protocolo de actuación en estos casos.
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