Varios voluntarios de las colonias urbanas de María Inmaculada participan en este proyecto l La mayoría de los pequeños son de origen sirio y no hablan castellano.
Las hermanas de María Inmaculada extienden sus acciones solidarias hasta el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Desde hace dos semanas un grupo de jóvenes voluntarios que trabajan con ellas visita el CETI y ayuda a los educadores sociales a entretener a los niños acogidos. Sin estos chicos sería imposible que los pequeños, en su mayoría sirios, pudieran salir del centro para hacer actividades en la playa o desarrollar más talleres de manualidades en las aulas donde también reciben clases de alfabetización.
Fueron las religiosas las que propusieron al CETI esta colaboración. La directora del centro de María Inmaculada, Mercedes Moraleda, explicó a El Faro que durante este año ha visitado en varias ocasiones el centro de inmigrantes. Observó el gran número de niños que había en las instalaciones y así se planteó si no les vendría bien a los educadores y trabajadores sociales que atienden a estos pequeños la ayuda de los jóvenes voluntarios que todos los veranos echan una mano en las colonias urbanas. Expuso el proyecto al CETI en mayo y el Ministerio dio el visto bueno a esta iniciativa.
El trabajo con los niños
Los lunes y los viernes, los voluntarios desarrollan actividades de ocio con los niños en el interior del centro. Pero los martes, miércoles y jueves, todos van a la playa para poder jugar con la arena, practicar deportes fuera del CETI y bañarse en el mar. Hacer este tipo de talleres de ocio fuera del centro sería imposible si no se contara con estos voluntarios que vigilan a los pequeños y les entretienen, asevera Moraleda. Aunque lo más importante para los niños inmigrantes es que estar con los jóvenes les ofrece un día diferente en sus vidas. De hecho es como si no estuvieran en un centro de acogida, sino en una especie de campamento, una actividad de la que también disfrutan otros pequeños de su edad, señala la religiosa.
El CETI es el encargado de hablar con las familias, explicarles el proyecto y pedir permiso a los padres para que los niños puedan salir del centro y pasar la mañana en la playa. También se encarga de llevarlos en autobús hasta el IES Leopoldo Queipo donde los voluntarios de María Inmaculada les esperan para caminar juntos hasta San Lorenzo. De esta forma, los pequeños disfrutan más de la salida sin sus padres, pues por el camino se hacen juegos y aprenden canciones en castellano.
La experiencia
Entrar en el CETI ha sido toda una experiencia para los voluntarios de María Inmaculada. Sólo uno de los once que han participado en esta primera quincena en el proyecto es de Melilla, así que la mayoría sólo había escuchado la existencia de este centro por las noticias. Aseguran que a pesar del gran número de personas que viven en el interior, las condiciones de vida son adecuadas.
Pero no pueden evitar sentir una gran tristeza cuando ven a los niños en el CETI. Adriana Cavada, una chica de 19 años de Santander, explica que lo ideal sería que estos pequeños jugaran en un parque y tuvieran una casa. Al menos eso es lo que ella quiere para sus hijos. Destaca que el CETI atiende a los niños, pero que les falta ese espacio donde poder tener una infancia feliz como la que debe tener cualquier pequeño.
Marta Moreno, tiene 18 años y procede de Madrid, destaca que la dificultad que tienen a la hora de trabajar con los niños del CETI es el idioma. El comportamiento de los pequeños es bueno. “Son muy educados”, apunta. Pero los niños no saben castellano. Resalta que los voluntarios aprenden un par de palabras en árabe y suplen el resto de la conversación a través de gestos.
Moreno nunca pensó cómo sería un centro de acogida para inmigrantes y se sorprendió al ver el de Melilla. Fue al entrar cuando se dio cuenta de la realidad que viven decenas de familias y lo que “han sufrido” para poder llegar a España y seguir con sus vidas en otro país huyendo de la guerra, como es el caso de los sirios.
También indicó que tanto los padres como los niños les agradecen el trabajo que hacen con ellos. Les saludan siempre con besos y con gracias porque saben que les están dedicando su tiempo.
Balance positivo
Los voluntarios que han estado trabajando estos primeros 15 días de julio se marcharon este fin de semana de vuelta a sus casas. Los jóvenes regresan a Madrid, Santander y Alicante. Saben que sin su ayuda los niños del CETI no hubieran podido pisar la playa con otros pequeños de su edad y haber jugado tanto sin darse cuenta de que están en un centro de acogida. Unos se van, pero otros los sustituirán y continuarán con su labor de monitores.
Por otro lado, la director de María Inmaculada asegura que el objetivo para las próximas dos semanas es ‘reclutar’ a más voluntarios de las colonias para que trabajen con los niños del CETI. Las dos primeras han servido como toma de contacto con la realidad de los niños y para ver cómo funcionaba el proyecto. El balance es positivo y por eso, desea que más jóvenes formen parte de esta actividad, que conozcan el CETI y alegren los días de estos niños.
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